Nuevos comienzos

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**Claudia**

La idea de ser jefa de gobierno rondaba por mi mente. Llevaba unos cuantos meses deseando ocupar ese cargo y había esperado con ansias el momento de revelar mis ideales con mi equipo, con mi familia, pero sobre todo con mi gran amigo Andrés Manuel. Él siempre ha estado para mí y ahora también tenía la idea de ser candidato para la presidencia. Sentía que con su apoyo y el de mi equipo podríamos lograr grandes cambios. Había tenido una buena aceptación como delegada de Tlalpan, tenía los resultados necesarios para generar confianza en el pueblo, por lo que confiaba en que todo saldría bien.

Decidí que era hora de regresar a casa. Pasar tiempo de calidad con mis hijos era lo que más deseaba. El mundo de la política nos roba tanto tiempo que, cuando menos te das cuenta, los años han pasado, tus hijos ahora son adultos, terminas un matrimonio y la vida cambia.

Me sentía cansada con mi vida personal, quería un desahogo y solo lo encontraba cuando sumergía mi cabeza entre tantos papeles. Olvidaba un poco el pasado y las malas decisiones que había tomado.

Al llegar a mi casa, dejé mis pertenencias sobre la barra de la cocina, encontrándome con Mariana terminando la cena. Me alegraba tener una hija que se preocupaba por mí y me hacía la vida de madre más fácil.

"Mamá, qué bueno que llegas, ya está lista la cena. Ven, siéntate."

Le tomé la palabra sentándome en el comedor. Recargué mis codos en la mesa para poder descansar mi cabeza, me sentía tan agotada con la mente llena de mil cosas.

"Mamá, qué bueno que estás aquí, milagro que llegas temprano," dijo Rodrigo, mi hijo menor, entrando en la cocina con una sonrisa.

Me enderecé y traté de sonreírle. "Sí, hoy decidí que necesitaba un respiro y pasar tiempo con ustedes."

Mariana sirvió la cena y nos sentamos juntos. La comida era deliciosa, pero mi mente seguía divagando entre las responsabilidades y los desafíos que se avecinaban. Sabía que tendría que hablar con mis hijos sobre mis planes, pero no quería preocuparlos antes de tiempo.

"Mamá, ¿has pensado en lo que hablamos el otro día?" preguntó Mariana de repente, interrumpiendo mis pensamientos. "Sobre postularte para jefa de gobierno."

La miré sorprendida. "Sí, lo he estado pensando mucho. Creo que es el momento adecuado. Pero necesito asegurarme de que cuento con el apoyo de todos ustedes."

Rodrigo asintió con entusiasmo. "Sabes que siempre te apoyaremos, mamá. Has hecho un trabajo increíble en Tlalpan y sé que puedes hacer mucho más."

Sentí una oleada de emoción y gratitud. "Gracias, hijos. Su apoyo significa el mundo para mí. Mañana hablaré con Andrés Manuel sobre esto y luego lo haré público."

Terminamos la cena con una sensación de unidad y propósito renovado. Sabía que los días venideros serían intensos y llenos de desafíos, pero estaba lista para enfrentarlos con la fuerza y el apoyo de mi familia.

Esa noche, después de que mis hijos se fueron a dormir, me quedé en la cocina repasando en mi mente todo lo que necesitaba hacer. La conversación con Andrés Manuel sería crucial. Él siempre había sido un pilar en mi vida política y personal, y sabía que su apoyo podría marcar la diferencia.

A la mañana siguiente, me dirigí a la oficina de Andrés Manuel. Al entrar, sentí una mezcla de nerviosismo y determinación. Me recibió con su habitual sonrisa cálida y un abrazo.

"Claudia, qué gusto verte. ¿Cómo estás?"

"Bien, Andrés. Tengo algo importante de lo que quiero hablar contigo," respondí, tratando de mantener mi voz firme.

Lo que no fue, no será Donde viven las historias. Descúbrelo ahora