Kaito era un jóven tritón príncipe marino de aquellos mares del Reino Kamui. Tenía el pelo corto, hasta que le llegase por debajo de las orejas, y de un bello pero fuerte color azul, al igual que sus hermosos ojos. Además, tenía una bella cola de tritón también de color azul, pero de uno mucho más fuerte que su cabello y sus ojos.
La mayoría de los seres marinos lo podrían describir como un chico amable, encantador, lindo, etc. Pero casi nadie sabía su gran amor y pasión por la vida humana, solo sus mejores amigos: un lindo caballito de mar al cual apodó "Lune" y un tiburón de mediana estatura llamado "Dilto".
La mayoría de los tritones o sirenas tenían amigos de sus mismas especies, pero no, Kaito tenía a otros seres marinos como amigos, y esto se debía a que él nunca logró establece una verdadera amistad con algún tritón o sirena.
Y vaya que si lo intentó. Desde que era muy pequeñito, trató de relacionarse con otras sirenas o tritones, pero casi todos lo abandonaban cuando el peliazul mencionaba algo sobre la vida humana.
De todas formas, hablando de la infancia de Kaito, cabe mencionar el cómo conoció a Lune y a Dilto. Ambas historias eran entretenidas de recordar, según ellos.
Principalmente, el peliazul conoció primero a Dilto. El tiburón se encontraba enganchado en un trozo de madera rota de probablemente un barco tirada en el mar, tratando de salir de este.
El pequeño tritón de tan solo 5 años, que casualmente pasaba por ahí cerca debido a que se encontraba nadando para ir a su cueva, oyó los quejidos que soltaba dicho tiburón, investigando por el lugar para ver de dónde provenían.
Cuando encontró el lugar, pudo notar la escena, y rápidamente se acercó a ayudarle.
Dilto pensaba que le iba a atacar o algo, por lo que su instinto le dijo que le atacara, cosa que hizo. Primero le pegó un susto al pequeño tritón, y luego trató de morderle.
Kaito esquivaba sus movimientos, pero lamentablemente recibió uno de los mordiscos del tiburón en su antebrazo. Aunque eso no le iba a frenar en su intención de ayudarle.
—Tranquilo, estoy aquí para ayudarte.
Esas fueron las palabras que hicieron calmar a Dilto, dejando de tratar de morderle y dejando también de moverse, permitiendo la ayuda del pequeño tritón.
Finalmente el tiburón pudo salir de aquel trozo de madera de barco, siendo liberado y por fortuna sin ningún daño.
Sin embargo, Kaito sí recibió el mordisco de Dilto, por lo que este último se acercó, apoyando su cabeza de tiburón en su abdomen y diciéndole lo siguiente:
—Lo siento mucho, chico. Pensé que me ibas a atacar o algo. Agradezco tu amabilidad, eres un buen tritón.
Kaito, cuando escuchó eso, le sonrió al tiburón, abrazándole y dando vueltas sobre sí mismo, mientras continuaba abrazando a aquel ser marino.
—No es nada, y no te preocupes, no me duele mucho, es solo un mordisco. Tengo algunas vendas en mi cueva, ¿te apetece venir conmigo?
Dilto, cuando escuchó eso, no pudo hacer otra cosa más que asentir, y lo acompañó a dicha cueva.
En el camino, se dieron sus nombres, y Kaito le explicó casi todo sobre su amor hacia el mundo marino, pero la prohibición que tenía sobre sus padres.
A Dilto no le pareció nada justo la situación del pequeño tritón de apenas 6 años, por lo que le prometió acompañarle siempre. Así fue como estos se hicieron amigos, una bonita historia de la que siempre se acordarán.
Y, bueno, en el caso de Lune, el pequeño caballito de mar, fue algo distinto.
Kaito, en esa época, tenía unos 7 años, y se encontraba nadando por el mar, junto a Dilto. Entonces, ambos pudieron notar como un pequeño caballito se mar parecía huir de unos peces cazadores.
El peliazul, como buen tritón que era y una persona muy amable y bondadosa, agarró al caballito de mar delicadamente en sus manos, escondiéndolo en ellas y haciéndole un gesto para que guardara silencio.
Dilto se encargó de ahuyentar a dichos peces cazadores, finalmente quedando los tres solos.
Lune, el caballito de mar, no pudo evitar lloriquear un poco ante ello, pues un tritón y un tiburón le acaban de salvar la vida.
—Muchas gracias, tenía un montón de miedo.
Explicó el caballito de mar, mientras que Kaito acariciaba su cabeza con dos de sus dedos y le tranquilizaba, al igual que Dilto.
Kaito le sugirió a Lune si quería unirse a ellos, pues así se protegerían entre sí, y el caballito de mar no pudo evitar decir que sí casi rápidamente, terminando así con sus miedos de ir solo por el mar.
Así fue cómo se conocieron entre sí. Pero bueno, volvamos a la infancia solamente de Kaito.
La verdad era que este podría entretenerse simplemente con las historietas que escuchaba de los humanos de las bocas de otros tritones o sirenas o de sus mejores amigos, o también con los miles de cuentos que leía a escondidas en varias bibliotecas acuáticas que se encontraban por todo el océano.
Claro, el pobre siempre lo hacía a escondidas debido a que sus padres, los reyes de aquellos mares, nunca le dejaban saber absolutamente nada sobre la vida humana debido a que estos pensaban que todos los humanos se dedicaban a la caza de seres de sus mismas especies.
Pero claro, Kaito nunca escuchaba ninguna de sus palabras y siempre volvía a aprender más cosas sobre los humanos.
Él tenía una cueva de gran tamaño escondida en una parte cerca de dónde vivía con su familia, en donde ahí guardaba absolutamente todos los materiales que tenían que ver con el mundo humano.
Estos podían ser: basura que los humanos tiraban al mar pero que por alguna razón al peliazul le encantaba; objetos raros pero a la vez comunes en el mundo humano, como tenedores, algún juguete que se le escapó a algún niño en el mar y se lo llevó la marea... Todo lo posible, lo tenía Kaito en esa cueva.
Aquella mañana, el peliazul se encontraba nadando por el mar, dirigiéndose a la cueva mencionada anteriormente para recoger alguna que otra cosa. En el camino, se encontró a Lune y a Dilto, sus mejores amigos, nadando también y charlando.
Kaito se acercó a ellos, nadando lo más rápido posible que le permitía su linda cola de tritón.
—¡Ey, chicos! —exclamó Kaito, llamando la atención del caballito de mar y del tiburón de mediana estatura—. Me alegro de veros. ¿Me acompañáis a la cueva? Tengo que enseñaros nuevos objetos que encontré.
Tanto Lune como Dilto sonrieron mientras se miraban entre ellos, conociendo a Kaito perfectamente y sabiendo su pasión por el mundo humano.
Lune fue el primero en hablar, nadando alrededor del peliazul, como solía hacer cuando estaba alegre.
—Kaito, ¿qué es lo que traes hoy? —preguntó el caballito de mar, mirando la bolsa hecha de algas que el tritón colgaba en su hombro.
Y esta bolsa hecha de algas era una bolsa que Kaito llevaba a absolutamente todas las partes, en donde solía guardar sus pertenencias, pero también los materiales que se encontraba de los humanos mientras nadaba por el mar.
Cuando el peliazul escuchó la pregunta de su querido amigo, sonrió, y le contestó.
—¡Ya veréis! Vamos, seguidme y os lo enseño ahí.
Sin más que decir, tanto el tiburón como el caballito de mar nadaron junto al tritón hacia la cueva de este, entrando por un orificio lo suficientemente grande como para entrasen todos y el cual solo conocían ellos, siendo la única entrada para dicha cueva.
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HOLIIII, gracias por haber leído hasta aquí. Sé que probablemente esta historia no tenga mucho éxito, pues son de dos personajes no muy conocidos... Pero, en fin, me gustó la idea de crear una nueva historia de Wattpad :D
Trataré de actualizar seguidamente (eso si no me olvido de la historia), y de nuevo, gracias JDLDJKS
Lo siento si hay algún error, prometo no equivocarme mucho al escribir. En fin, ¡hasta luego!
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『𝗨𝗻𝗮 𝗮𝘃𝗲𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗱𝗼𝘀 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼𝘀』
Romance¿Qué es lo que ocurre cuando dejas a un adolescente con mucha imaginación, con su teléfono y una aplicación llamada "Wattpad" solo? Pues que a este se le ocurre crear una nueva historia. ¿Qu𝖾́ 𝗈𝖼𝗎𝗋𝗋𝗂𝗋𝗂́𝖺 𝗌𝗂, 𝖦𝖺𝗄𝗎𝗉𝗈, 𝗎𝗇 𝗃𝗈𝗏𝖾𝗇...