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No pasó mucho tiempo antes de que llegara el turno de Jules para correr en la Fórmula 1. Astin estaba presente, como siempre, apoyando a su hermano con la misma devoción y entusiasmo de siempre. Mientras Jules calentaba y revisaba algunos detalles con su equipo, ella decidió aprovechar el tiempo para ir por un café. Además, tenía la intención de saludar a algunos pilotos que conocía gracias a su hermano.

Caminando por el paddock, Astin se encontraba rodeada de la vibrante atmósfera del circuito: el rugir de los motores, el murmullo de las conversaciones en distintos idiomas y el brillo de los colores de los equipos. Sin embargo, lo que no esperaba era la imponente figura de Toto Wolff acercándose a ella con una determinación inquebrantable. La altura y presencia del director del equipo Mercedes-AMG Petronas F1 eran inconfundibles.

—Señorita Bianchi, ¿tiene un momento? —La voz de Toto era tan autoritaria como cortés, proyectando una mezcla de respeto y poder.

Astin, sorprendida pero manteniendo su compostura, sonrió ligeramente. La inesperada aparición de Toto Wolff despertó su curiosidad.

—Buenos días, señor Wolff. Claro, dígame, ¿en qué puedo ayudarle?

Toto hizo un gesto con la cabeza, señalando un lugar más apartado, lejos del bullicio del paddock.

—Quería hablar con usted sobre algunos asuntos, señorita.

Astin no podía imaginar qué podría querer el director de Mercedes, pero su intuición le decía que era algo importante. Toto ya había tomado una decisión crucial sobre el futuro de su equipo, y la joven Bianchi era una pieza clave en sus planes.

—Por supuesto. Si gusta, podemos ir al hospitality de Mercedes o buscar una mesa apartada de las cámaras —propuso Astin, buscando un lugar más privado para la conversación.

Toto asintió con aprobación y comenzó a guiarla hacia el hospitality del equipo. A medida que se adentraban en el área reservada, la atmósfera cambiaba de la bulliciosa pista a un entorno más profesional y tranquilo. El olor del café recién hecho y la elegancia del lugar añadían un toque de sofisticación a la situación. Astin tomó asiento, al mismo tiempo que Toto, quien la miró con una mezcla de seriedad y admiración.

—¿De qué desea hablar conmigo, señor Wolff? —preguntó Astin, su tono formal pero cargado de curiosidad.

—Quería felicitarla por su desempeño en esta temporada de Fórmula 2. Ha hecho un trabajo excepcional —comenzó Toto, sus palabras impregnadas de sinceridad y aprecio.

—Se lo agradezco mucho. Es un honor escuchar eso viniendo de usted —respondió Astin, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo que hacía latir su corazón con fuerza.

Toto hizo una pausa antes de continuar, asegurándose de que su mensaje fuera claro y contundente.

—No hay de qué, señorita Bianchi. Sin embargo, como puede suponer, no solo quería felicitarla. —Astin asintió, su interés creciente mientras Toto proseguía—. Estoy en busca de un piloto para la próxima temporada, aunque puedo decir que ya lo he encontrado. Señorita Bianchi, usted ha demostrado tener lo que mi escudería busca. Por eso, quiero ofrecerle un lugar como piloto en el equipo Mercedes-AMG Petronas F1.

Las palabras de Toto resonaban en la mente de Astin como un eco persistente, cada sílaba cargada de promesas y oportunidades. El mundo del automovilismo, con su implacable competencia y despiadada realidad, de repente parecía lleno de posibilidades. Recibir una oferta de uno de los equipos más prestigiosos no era solo un sueño hecho realidad; era una puerta abierta hacia un futuro brillante y lleno de desafíos.

Astin se tomó un momento para procesar lo que acababa de escuchar, respirando hondo para calmar los latidos acelerados de su corazón. Miró a Toto, quien esperaba pacientemente su respuesta, con una expresión de serenidad y confianza.

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