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"Un lo siento"
Era tarde y los chicos seguirían con su diversión en la piscina, me quedé ahí después de que Star subió con Samantha, al ver que ya no bajaban decidí irme. Subí las escaleras hasta llegar al tercer piso, toqué la puerta de nuestra habitación tres veces seguidas y nadie contestó, así que entré y la pude notar dormida... Me acerqué y tenía el cabello húmedo, su traje de baño estaba en el cesto de ropa sucia. Me incliné un poco hacia ella y acaricié su rostro, una sonrisa se escapó de mis labios...
Entré a darme un baño, estaba húmeda por el agua de la piscina y era incómodo. Al salir me coloqué mi pijama y me recosté cuidadosamente por un lado de Star, ella se removió un poco y abrió los ojos con pereza.
— Hey, llegaste... — Dijo ella un pequeño susurro.
— Sí, sorry si te desperté. — Le sonreí un poco.
— No pasa nada... — Me sonrió levemente y se acercó para abrazarme recostandose en mi pecho.
Mis manos se quedaron estáticas sin llegar a tocarla, pero después reaccioné cuando sus suspiros comenzaron a escucharse... Bajé lentamente mis manos y acaricié con una su cintura, mi mano libre la llevé a su rostro y comencé a darle pequeños roces... Cuando la observaba noté como su nariz estaba roja, sus ojos ligeramente rojizos y sus mejillas algo empapadas... Quería creer que sólo era por su cabello húmedo, pero, esto sucedía cuando lloraba...
Algo no andaba bien...
[...]
Star
— Hola, bonita. — Saludó Samy con una sonrisa amable tomando asiento por un lado de mí en la cama de una habitación vacía. Hoy que me levanté y recorría la mansión fue cuando la encontré, ahora no salí de aquí. Extrañamente me transmitía paz estar a solas.
— Hola... — Le sonreí.
— Quería hablar contigo... De algo importante...
— Bien, bien. Sólo que antes... Eh... Quería preguntarte si... — Dudé en decirle... — Si recuerdas algo de lo que pasó ayer... — Jugué con mis dedos mientras la veía.
— No que yo crea... — Frunció levemente su entrecejo. — ¿Por qué?, ¿hice algo?, ¿te lastimé? — Dijo preocupada.
— ¡No, no!, sólo... — No contesté. — Nada. ¿Qué es lo último que sabes?
— Que sólo me levanté en la mañana y tenía mi pijama puesta y no olía a cloro. — Soltó una pequeña risa, pero lo mío fue más bufido.
