Pans, Rods, and Ginger Smiles; ls

Capítulo 5

Louis no se había sentido así desde hace mucho tiempo. Las plantas de sus pies están llenas de arena, sus dedos pegajosos y su piel caliente expuesta bajo la humedad de agosto. Sin embargo, nunca se había sentido tan feliz, una sonrisa que no quiere dejar sus labios aún cuando se lleva fruta a la boca.

No sabe si se trata del paisaje, de la arena entre sus dedos, de las olas que van y vienen con tranquilidad junto a los pequeños pájaros escapando del agua, o de Harry, el hermoso alfa que no para de corretear a su perro mientras esperan que el sol salga.

Es una visión total. Además de haberles empacado un picnic demasiado saludable—una canasta llena de fruta picada en envases, smoothies de mango, kiwi, y piña (Louis nunca creyó que el kiwi sabría tan bien), y pequeños sandwiches de jamón y queso—él había comprado literalmente seis juguetes para perros.

Louis casi se echa a reír cuando Harry los sacó, explicando seriamente las cualidades de cada uno. Sam, por supuesto, no había visto diferencia alguna y los había amado a todos por igual. Ahora, están jugando a la pelota. Sam está más enérgico que nunca, corriendo detrás de Harry con el pelaje húmedo y embarrado de arena, saltando en la orilla cada vez que el alfa tira la pelota verde lejos.

Louis se sentiría un poco mal de simplemente ser un espectador, pero Harry lo había atrapado bostezando un par de veces (maldita insomnia) y le había sugerido que se sentara en la manta y empezara a comer. Podrían jugar todos juntos una vez salga el sol.

No se había negado, Harry lo había dicho con tanta sinceridad, sus ojos verdes brillando debido al agua. Louis era un chico débil...y, bueno, estaba comenzando a comprender que realmente le gustaba complacer a Harry. Era un poco escalofriante, pero no quería pensar mucho en ello.

En vez, Louis se lleva otra cereza a la boca. Hace tiempo no comía un buen bowl de frutas y se había olvidado lo mucho que le gustaban las cerezas. Y las sandías, y los mangos... Sus dedos estaban húmedos de lo mucho que comió en los últimos quince minutos.

Louis se ríe cuando Harry casi se tropieza a lo lejos, sus pies enredándose en un poco de alga marina. Él es rápido en enderezarse, preparándose cuando Sam vuelve corriendo, brincando cada vez que sus patas tocan el agua. Louis se muerde el labio, la boca sabiéndole a frutas, y busca su celular de su bolso, tomando unas cuantas fotos rápidas del momento.

Louis coge otra cereza del bowl, llevándose la pequeña fruta a los labios y succionándola fuera del tallo. Lo descarta en la tapa a su izquierda y mastica lentamente, tarareando contento y disfrutando de la manera en que la brisa marina vuela ligeramente su cabello.

Cuando vuelve a mirar, Harry está lanzando la pelota otra vez, sus bíceps flexionándose e iluminándose bajo el primer rayo de sol. Louis se emociona cuando empieza a ver colores cálidos por detrás del océano, levantándose en sus rodillas y agitando los brazos hacia el alfa.

"¡Harry! ¡Creo que ya es hora!"

Él voltea de inmediato, mirando a Louis, al océano, y devuelta a Louis antes de marcharse a correr.

La sonrisa en su rostro incrementa y Louis vuelve a caer sentado sobre su trasero. Se lleva otra cereza a la boca para contener su emoción y admira a Harry acercarse. Su velocidad es un poco envidiable—¿cómo puede ser tan rápido en este terreno?—sus músculos flexionándose ligeramente por la manera en que trae la camisa abierta.

Louis achina los ojos para ver mejor.

"Dios, Sam tiene bastante energía." Harry dice sin aliento una vez vuelve a su pequeño espacio en la arena. Él está todo sudado, su frente brillando y su cabello húmedo enroscándose en su frente. Efectivamente, trae la camisa completamente abierta, su pecho subiendo y bajando rítmicamente. Louis intenta no prestar demasiada atención a la sombra de los abdominales adivinándose debajo de la tela. "Le gusta correr, ¿no?"