Descanso

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Finn:

El sábado, después del almuerzo, Elijah y Gina se despidieron, ya que viajaban a Berna para darles la noticia a los padres de Elijah. Se quedarían allí hasta el domingo. Tuve que obligar a Leonardo a descansar, lo cual resultó ser una tarea titánica. No quería hacerlo hasta que entendió que no iba a ceder, y finalmente aceptó. Necesitaba descansar al menos dos días más antes de poder comenzar, poco a poco, con una actividad más tranquila.

Andrea estaba visiblemente cansada, aunque insistía en que no lo estaba porque quería pasar todo el tiempo con ellos y con su hermano. Al final, accedió a recostarse un poco a leer, gracias a la intervención de Marco, quien dijo que debía irse.

Fue una escena graciosa, ya que sus padres lo bombardeaban con preguntas: dónde estaba viviendo, por qué se iba, qué iba a hacer, cuándo iba a regresar, y mil preguntas más. Admiraba la actitud de Marco; los miraba tranquilo, dejándolos hablar sin interrumpirlos, y cuando finalmente se callaban, simplemente respondía que estaba rentando un departamento en el centro de Roma y que estaba cansado.

Luego, prometió que volvería a verlos al día siguiente por la tarde. Otra vez comenzaron las preguntas, volviéndome loco, pero él no se inmutaba. Así que interrumpí, diciendo que yo lo llevaba, y entonces empezaron las recomendaciones dirigidas a mí. Marco me miraba divertido, sin abrir la boca.

Después de más de media hora de despedidas y recomendaciones, finalmente pudimos salir de casa.

- No sé cómo logras mantenerte tan calmado- le dije, riendo mientras caminábamos hacia el coche.

Marco se encogió de hombros con una sonrisa.

- Es mi familia. Deseé por diez años escucharlos, me recuerdan que estoy vivo -

- Tienes razón - respondí, pensando una vez más lo que debía haber sufrido.

Conduje por las calles de Roma, disfrutando del silencio de Marco, no era incómodo, era reconfortante.

- Marco, sé que no debería entrometerme, pero ¿podrías darle una oportunidad a Elijah? No solo por Gina, sino porque descubrirás que es un buen hombre, es un buen amigo, el mejor, te lo juro - rompí el silencio y lo miré de costado. Marco puso los ojos en blanco, igual que Andrea solía hacerlo.

- Jamás dije que fuera un mal hombre. Sé que es bueno, pero no quita que sea un imbécil - respondió mirando hacia afuera.

- Sé lo de tu ex novia... lo averigüé. Pero si eres objetivo, fue decisión de ambos, no solo de Elijah - continué, casi con temor de que se molestara.

- No soy estúpido. Sé que fueron ambos. Pero ustedes le hacen la vida fácil a ese idiota, y jamás aprende - agregó. Me hizo pensar, así que busqué dónde detener el automóvil para hablar con tranquilidad.

- ¿Por qué dices eso? Es mi amigo, le hablé miles de veces, lo aconsejé. Pero más allá de eso, no puedo juzgar su manera de lidiar con el dolor, es lo que le salió. Pero créeme, sabe que estuvo mal - expliqué mientras me detenía.

- ¿Y? ¿Qué cambia? Dalma se enamoró y ya sufrió por él. Yo ya acepté que no voy a buscarla jamás. Mi hermana lloró por él, por saber lo que hacía con cuanta mujer se cruzaba. ¿De qué sirve? Es lo mismo que arrojar un plato al suelo y después lamentarse por hacerlo. ¿Para qué te lamentas? Sabías que se iba a romper - Marco me asombró. Jamás me había hablado tanto, siempre era una oración, dos máximo.

- Entiendo, pero no está todo perdido. Amas a esa joven, puedes intentarlo - dentro de mí, sabía que era algo complicado, pero quizás él quisiera intentar.

- ¿De verdad? ¿Crees que Dalma y yo podemos estar juntos? Se enamoró de mi cuñado, se acostó con él, ¿y quieres que vuelva con ella y hagamos de cuenta que no pasó? - me preguntó, algo molesto.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora