**Capítulo 1: vislumbres de la guerra**

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**Capítulo 1: "Vislumbres de la Guerra"**


El rey Hayate, un hombre alto de presencia imponente, se erguía en medio del caos. Su cabello blanco y largo ondeaba al viento, contrastando con la oscuridad de su pesada armadura. La katana que colgaba de su cintura, un símbolo de su poder y destreza, brillaba con un resplandor amenazante. Sus ojos, llenos de tristeza y agonía, observaban la sangrienta batalla que se desarrollaba ante él.


Los soldados, sus leales seguidores, luchaban con desesperación contra el ejército enemigo. Gritos de dolor y el sonido de acero chocando llenaban el aire, creando una sinfonía macabra. Hayate, con el corazón pesado por la pérdida y la traición, soltó un suspiro profundo. La carga de su deber lo aplastaba, y la visión de tantos hombres y mujeres cayendo en combate solo añadía más peso a sus ya agobiados hombros.


Con una resolución silenciosa, Hayate levantó su casco, el cual cubría por completo su rostro, ocultando su expresión de dolor y determinación. Colocándose el casco, dio un paso adelante, su armadura resonando con cada movimiento, mientras caminaba hacia la batalla sangrienta. Cada paso que daba era una afirmación de su destino, un recordatorio de la carga que llevaba.Las horas pasaron y la batalla continuó, transformando el campo en un mar de cuerpos y sangre. La resistencia de sus soldados comenzaba a flaquear, pero la presencia de Hayate les daba fuerza. Con cada enemigo abatido, la desesperación en sus ojos se profundizaba, pero su determinación no vacilaba. La guerra seguía su curso implacable, y el rey se adentraba cada vez más en el corazón de la contienda, luchando no solo por su reino, sino también contra los demonios internos que lo atormentaban.


Finalmente, cuando la batalla hubo terminado, Hayate clavó el filo desgastado de su katana en el suelo. La sangre goteaba lentamente del filo, formando pequeños charcos en la tierra ensangrentada. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba completamente solo. Tanto los soldados enemigos como sus leales aliados habían dado su último suspiro hace mucho tiempo. La devastación y el silencio eran sobrecogedores.


Con las fuerzas que le quedaban, Hayate se levantó y caminó hacia el cuerpo de uno de sus soldados más jóvenes, un muchacho que apenas contaba con 17 años. Se arrodilló junto a él, su mirada llena de tristeza. La guerra no solo estaba matando a los soldados, sino también a niños y padres de familia. El joven soldado, cuya vida había sido truncada demasiado pronto, representaba todas las vidas inocentes perdidas en este conflicto sin sentido.


Hayate cerró los ojos un momento, sintiendo el peso de su responsabilidad y el dolor de la pérdida. Sabía que debía continuar adelante, por aquellos que habían sacrificado todo. Pero en ese instante, el rey solo podía lamentar la cruel realidad de la guerra y la traición que lo había llevado a este punto. Abriendo sus ojos nuevamente, juntó sus manos y, con una voz llena de consuelo y solemnidad, pronunció unas palabras para el joven que ya no se encontraba en esta vida:-Que los ángeles perdonen tus pecados y tu alma sea llevada a las puertas de Dios, el cual te juzgue con su enorme bondad y perdone tu joven alma inmortal.


Luego de dar su bendición, Hayate se levantó, retirándose el casco y arrojándolo a un charco de agua cercano. Observó el campo de batalla, ahora destruido y lleno de cuerpos, un paisaje desolador que hablaba de la brutalidad y el costo de la guerra. Con un esfuerzo tremendo, trató de caminar, pero pronto cayó de rodillas. Solo entonces se dio cuenta de la profunda herida en su costado, una herida que había ignorado durante las horas de lucha frenética.


Con dolor y esfuerzo, Hayate se quitó la pesada armadura, dejándola a un lado y quedando solo con la parte inferior. Se recostó en el pasto, que pronto se cubrió de su sangre. Mirando hacia las nubes, recordó cómo todo esto había comenzado porque no pudo detener a su hermano menor, quien inició una rebelión contra el imperio de su padre para ganar el trono del rey. Al final, su hermano murió a manos de Hayate, y ahora él debía aceptar su destino.


Con dolor, levantó su mano apuntando al cielo, deseando regresar al inicio de su vida, rogando que, al menos en la muerte, pudiera descansar de esta vida llena de caos.-Que al menos en mi muerte encuentre la paz que la vida me negó -susurró, con la esperanza de que sus palabras llegaran a algún lugar más allá de este mundo devastado.Hayate cerró sus ojos, esperando la muerte y listo para dar su último respiro. Pero entonces, escuchó unos sonidos, algo que se le hizo extraño. Abrió los ojos lentamente y vio un brillo hermoso...


Gracias por acompañarme en este primer capítulo. Mañana saldrá el siguiente, donde continuaremos explorando la historia de Hayate y su búsqueda de redención y paz.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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