El Eco de la Memoria

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"En el reino del Hades, los mortales beben de las aguas del Leteo, olvidando quiénes fueron, quiénes amaron, y por qué vivieron."

Londres, presente

Joans se despertó desorientado, mirando a su alrededor con los ojos entrecerrados, tratando de discernir dónde se encontraba. La habitación no era familiar; no estaba ni en su cabaña ni en el piso donde vivía Bell. Las paredes estaban decoradas con cuadros abstractos y el mobiliario tenía un estilo moderno que no reconocía.

El mareo lo invadía mientras intentaba sentarse. Luchando por enfocarse, buscó su celular en la mesita de noche, pero no lo encontró. Su mente estaba nublada, como si una niebla espesa cubriera sus recuerdos. Recordaba a Hanna y una conversación vaga sobre el almuerzo de ayer, pero los detalles eran esquivos.

¿Quién era la chica con la que había tomado el almuerzo? Su rostro se le escapaba, apenas un borrón en su memoria. Se levantó tambaleante, buscando respuestas en la habitación desconocida. La cama estaba hecha con sábanas blancas y el aroma a lavanda flotaba en el aire, relajante pero inquietante al mismo tiempo.

Joans, más estable, comenzó a observar la habitación con más detenimiento. Se dio cuenta de que estaba en su antigua habitación, en la casa de sus padres. Los recuerdos de su infancia y adolescencia comenzaron a resurgir, aportando una sensación de familiaridad y extrañeza al mismo tiempo. ¿Estaba en Londres?

Se acercó al mueble donde colgaba su chamarra, esperando encontrar su celular en uno de los bolsillos. Metió la mano y, en lugar del teléfono, encontró una foto. Al sacarla, se encontró mirando una imagen de él y una chica, ambos sonriendo y abrazados, sus rostros reflejando una felicidad que ahora parecía lejana y casi inalcanzable.

La chica en la foto le era conocida, pero en su estado actual, su mente luchaba por hacer la conexión. Forzó su memoria, tratando de recordar quién era ella. Fragmentos de momentos de los dias anteriores empezaron a surgir.

Joans se dejó caer en la cama, sosteniendo la foto con fuerza. La imagen de aquella chica lo golpeó con una mezcla de dolor y añoranza. Lentamente, los recuerdos comenzaron a tomar forma, y las piezas dispersas de su memoria empezaron a encajar.

Recordó el golpe de Han, el delicioso pan de Jezebel... y las flores que le regaló a Hanna.

-Jezebel- susurró, sintiendo un nudo en la garganta. Las emociones se arremolinaron dentro de él, una mezcla de confusión, culpa y desesperación. Necesitaba saber por qué no recordaba exactamente los días anteriores.

Joans, aún mareado y desorientado, continuó buscando su celular a toda prisa, moviendo objetos y revisando cada rincón de la habitación. Pero no logró encontrarlo. Su frustración aumentaba con cada segundo, la sensación de que algo crucial se le escapaba era abrumadora.

Mientras seguía buscando, escuchó la puerta abrirse. El sonido le hizo detenerse de golpe, su corazón acelerado por la sorpresa y la paranoia. Aún sin saber del todo por que lo hizo, agarró la foto y la escondió bajo la almohada, preparándose para enfrentarse a quien entrara.

La puerta se abrió lentamente, y Joans contuvo la respiración. Una figura familiar apareció en el umbral: su madre. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y alivio al verlo despierto.

-Joans, cariño, ¿estás bien?- preguntó, su voz suave pero llena de inquietud.

-Buenos dias, mama -Joans respondió, su voz temblorosa. -¿Como llegue aquí?, No... no recuerdo bien.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora