CAPÍTULO 1

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ANTES DE LA DISTANCIA

SAM

Era el último fin de semana antes de entrar al colegio y no estaba mentalmente preparada para volver a ese infierno.
Estando ahí sentía que no podía ser yo misma, siempre intentaba hacer nuevos amigos a pesar de no ser una chica sociable, pero cada vez que me emocionaba y hablaba sobre un libro que estaba leyendo, alguien se burlaba de mi, hasta el punto en el que todos empezaron a verme como si fuera un bicho raro. Sabía que no había nada malo en mi, que fantasear con historias de amor como en mis libros no era algo de lo que tuviera que avergonzarme, aún teniendo esas cosas claras, las burlas seguían afectándome. La parte positiva de mi, decía que dejarían sus burlas de lado, que al ser un nuevo año dejarían todo atrás, pero una gran parte de mi los conocía, sabía que no tenían con que más entretenerse, después de todo solo eran unos niños inmaduros.

A mis 16 años nunca había experimentado que era el amor, no sabía que era sentir esas clásicas "mariposas" en el estómago que tanto leía en mis libros favoritos, en esas historias donde el príncipe rescata a la princesa y todos viven un felices para siempre. Pero hay que ser realistas, no existen los príncipes, ni yo soy una princesa. Lo mejor sería despertar de esas ilusiones que siempre me hacía, en las que encontraría el amor de verdad.

Me levante de la cama para acercarme a la ventana, desde ahí podía ver un camión de mudanzas inmenso, al parecer los nuevos vecinos se cambiarían antes de lo previsto, en el pueblo, todos rumoraban que no llegarían hasta el próximo fin de semana. Cerca del camión de mudanza estaba una señora junto a su hijo, el cual parecía tener mi edad.En el pueblo era tradición acercarse a saludar a los nuevos vecinos y ofrecerles algo como signo de amabilidad, por lo general solían hacerlo los adultos, pero ese día mis padres me habían pedido que yo les diera la bienvenida, ya que ellos estarían ocupados hasta la noche.

Salí de mi cuarto, baje las escaleras y fui hasta la cocina, cogí el plato de tarta que habían comprado para los vecinos. Antes de salir de casa, me vi en el espejo, ese día me sentía bien conmigo misma, respire y asentí mientras me veía en el espejo, intentando dejar mis nervios de lado, solo saludaría y regresaría a casa. Solía ponerme nerviosa al hablar con personas desconocidas o al hablar en público, años atrás me aterraba. Di un paso al frente decidida a ir por fin, salí de casa. El día estaba soleado, al rededor todas las casas estaban bien conservadas, debido a que todos en el vecindario se preocupaban mucho por el aspecto de sus casas, ya que según daba mucho que decir sobre ellos.

Caminé por la acera, cruce el pequeño espacio que separaba nuestras casas y me dirigí hacia la puerta. Los señores de la mudanza acababan de irse, había esperado a que estuvieran un poco desocupados para no interrumpir. Toque la puerta dos veces para asegurarme de que me escucharán, espere paciente y la puerta se abrió. En frente mío, apareció un chico de piel caucásica con una dulce mirada, sus ojos eran color miel, nunca antes me había fijado en los ojos de alguien.

Lo único que se me cruzo por la cabeza es que me gustaba ver esos ojos color miel. Sus ojos se clavaron en los míos, mi corazón se detuvo. Aparté la mirada de él, incapaz de sostenerla. Un cosquilleo suave me atravesó.

Es la primera vez que tengo esta sensación extraña, como si mi cerebro se hubiera puesto en modo automático.

–Hola, mucho gusto, me llamo Thiago, encantado de conocerte –dijo, sonriendo, al ver que yo no reaccionaba.

–Mmm, buenito, tengo que irme –extendí los brazos y le di la tarta.Él la cogió al instante y yo salí corriendo de ahí, los nervios pudieron conmigo.

No fue hasta que entre a mi casa que pude reaccionar, ¿qué había hecho? quede como una completa loca, aunque es comprensible, nunca antes había visto a un chico de la misma manera, sentí las mariposas que la gente describe.

El resto del fin de semana transcurrió sin ninguna novedad, por suerte no me encontré con Thiago, digo por suerte porque quedaría en ridículo, no porque no tuviera ganas de verlo otra vez.

–Samantha –grito mamá desde el piso de abajo.

Deje mi ordenador a un lado y baje lo más rápido que pude, ella no suele decir mi nombre completo, debí haberme metido en problemas y estaba molesta.

–Aquí estoy mamá, ¿qué pasó? –dije entrando a la cocina.

–Hoy al llegar me encontré con la señora Williams, la nueva vecina, al presentarme con ella no sabía quién era –me miro molesta, se quedo callada esperando una respuesta, al no recibirla, se enojo más.

–Te pedí que nos presentaras a todos, la señora dijo que ni siquiera le diste la bienvenida. Su hijo solo recibió la tarta de una extraña, ¿qué sucedió?

–Mamá, perdón, intente darles la bienvenida, pero me puse nerviosa –agache la cabeza.

Sabía que le molestaría mi reacción, para ella todo debe ser perfecto.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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