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Hoseok era un omega bastante sencillo, fue criado por un matrimonio bastante decente en un pequeño pueblo a las afueras de una provincia independiente en Corea, su padre siendo el alfa de la familia trabajaba todos los días como maestro de literatura en una antigua universidad rural a dos horas de distancia mientras su madre era una tranquila y amorosa omega ama de casa.

Si bien jamás le faltó nada eso no significa que no hubiera llevado una vida difícil, todo empezó incluso desde antes de su nacimiento. Viviendo en un pequeño pueblo detenido en el tiempo sus padres desearon internamente que su primer hijo varón fuera un gran y fuerte alfa que pudiera sobrevivir en la estigmatizada vida social, así que cuando Hoseok se presentó como omega no lo llamarían decepción, pero sí preocupación, ellos solo querían los mejor para su hijo.

Por esta razón al cumplir los diecinueve años e irse desde muy joven hacía al centro del país para buscar una mejor vida solamente podía auto-exigirse hasta lograr prácticamente lo imposible. Consiguió trabajos desde lava trastes hasta repartidor de comida que fueron mucho más difícil de conseguir de lo que alguien jamás se hubiera imaginado.

Aunque en la actualidad la discriminación hacia todo lo que representaban los omegas había reducido considerablemente no significaba que había sido completamente erradicado. Habían luchado mucho tiempo para tener voz y voto en la sociedad actual pero aún faltaba un gran camino por recorrer.

Tantos trabajos de medio tiempo, estudiar cuatro años de una carrera aburrida y tediosa y vivir completamente lejos de su familia desde una edad temprana había traído como consecuencia que se volviera un poco más introvertido, un poco más tímido y un poco más aburrido. No había que ocultar la verdad.

Hoseok había trabajado tanto para salir adelante y ser el orgullo de sus padres, sacrificó toda su vida para no decepcionarlos.

Por eso cuando un desconocido lo arrinconó en un cubículo sucio en el baño del bar Hoseok lo atrajo más hacia el, solo por esa noche.

El chico que hasta ese momento no tenía nombre estaba bailando unos momentos atrás con el, Hoseok recuerda vagamente cuando empezó a bailar pegado a su espalda y como sus caderas se molían contra su culo. Hoseok no veía muy bien y sentía su cara ligeramente caliente por el alcohol pero definitivamente quería todo lo que él desconocido podía darle.

Cuando el chico lo tomo de la mano y lo empujo hasta ahí lo primero que pensó fue que en definitiva olía como un alfa. El cubículo era pequeño e incómodo, no olía mal pero se podía ver como había rayones escritos con palabras obscenas por donde quiera que mirarás, Hoseok se separó ligeramente del chico que hasta ese momento no había sacado la cara de su cuello, sinceramente parecía que estaba obsesionado.

—E-espera —dijo Hoseok sosteniendo la cara del chico en sus manos, quería verlo bien. Se miraba bastante joven, tenía unos ojos muy grandes y un par de piercings en el labio y ceja, uno de sus brazos se aferraba a su cintura mientras el otro estaba deslizándose por dentro de sus pantalones, tenía un brazo lleno de tatuajes y sobre todo tenía una sonrisa despreocupada.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Hoseok.

—Jungkook.

Hoseok lo miro un par de segundos, esperaba qué tal vez Jungkook le preguntara cuál era su nombre, sin embargo no parecía estar interesado.

—Mi nombre es Hoseok —dijo finalmente.

Hasta ese momento Jungkook se detuvo a mirarlo detenidamente, tal vez no lo miro suficiente mientras bailaban.

Hoseok vestía un aburrido traje gris con su típica camisa blanca, era prácticamente su uniforme diario de trabajo que lo hacía lucir más monótono y sin color que de costumbre y solo para completar aún llevaba su par de gafas.

Emails i can't send you [Junghope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora