🧪Capitulo 👨‍🔬44

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Suiza era todo lo que mile esperaba: un laboratorio, a miles de kilómetros de Nattawin y su futuro hijo, para trabajar en un proyecto de varios años que lo distraería, sin lugar a dudas, del laberinto emocional en el que se hallaba.

Val era un gran hombre que se merecía el dinero quemile le iba a dar

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Val era un gran hombre que se merecía el dinero que
mile le iba a dar. El equipo entero lo había recibido con los brazos abiertos, lo cual no era ningún misterio, ya que llegaba con el talonario de cheques, pero le gustó que no hubiera seguidores de su programa de televisión ni admiradores.

Nadie se quedaba mirándolo cuando recorría los pasillos del edificio en una zona industrial del norte de Zúrich.
El tiempo en verano era similar al de Los Ángeles, así que eso estaba asimismo bien. Se preocuparía por la nieve cuando hiciera su aparición.

Lo mejor era que a los productores de La ciencia de la seducción les había encantado su idea de rodar una serie en Europa centrada en nuevas estrategias que había concebido en el avión

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Lo mejor era que a los productores de La ciencia de la seducción les había encantado su idea de rodar una serie en Europa centrada en nuevas estrategias que había concebido en el avión. Nada invitaba más al idilio que los pintorescos pueblos y las impresionantes montañas de Suiza.

Lo malo era que su entusiasmo era fingido. Parecía que había Aprendido a ser un actor decente al haber pasado buena parte de los tres años anteriores delante de una cámara. Nadie habría adivinado que un pedazo de su corazón se había quedado en el piso de Nattawin, mientras daba la espalda a las lágrimas que a natt le corrían por las mejillas.

Había sido necesario, ya que no era el hombre que el necesitaba ni La figura paterna que necesitaba su hijo, por mucho que lo deseara

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Había sido necesario, ya que no era el hombre que el necesitaba ni La figura paterna que necesitaba su hijo, por mucho que lo deseara. Marcharse había sido, sin lugar a dudas, lo más difícil que había hecho en su vida. Dos semanas después, le seguía acosando por las noches, en la ducha, en momentos al azar, cuando debería estar prestando atención a otras cosas. Porque, como Nattawin había señalado con tanta elocuencia, haberse enamorado no alteraba el hecho de que seguía siendo su mejor amigo. Él había perdido mucho más que a la persona con la que se acostaba.

Diez veces al día, agarraba el móvil para enviarle un mensaje de texto con un chiste divertido que Val le había contado o para lamentarse de lo mucho que se aburría en el plató mientras esperaba un cambio de vestuario o de maquillaje. Pero, al final, volvía a metérselo en el bolsillo. No sabía vivir sin Nattawin

Había vuelto hacía dos semanas a Los Ángeles para terminar de rodar los episodios de la serie americana y tenía libre el fin de semana para hacer las maletas y darle las últimas instrucciones a la señora Ortiz. El equipo de producción se iba a trasladar a un lugar que el estudio había encontrado cerca del laboratorio, por lo que, el lunes a esa hora, mile viviría en Zúrich durante seis meses o más, si estaba en su mano.

Para entonces, Nattawin estaría al final de su tercer trimestre de embarazo, y no era su intención estar cerca de Estados Unidos durante ese Tiempo, ya que se temía que volvería corriendo a Dallas, desesperado por volver a verlo, a acariciarlo, a ...

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Para entonces, Nattawin estaría al final de su tercer trimestre de embarazo, y no era su intención estar cerca de Estados Unidos durante ese Tiempo, ya que se temía que volvería corriendo a Dallas, desesperado por
volver a verlo, a acariciarlo, a observar cómo le crecía el vientre mientras el bebé iba adquiriendo rasgos, dedos..., cosas de las que nunca pensó que quisiera ser testigo hasta que renunció a su derecho a serlo.

Pero ¿cómo iba a ser tan egoísta como para querer formar parte de la vida de nattawin y de su hijo, si no sabría lo mal padre que podía ser hasta que fuera demasiado tarde? El riesgo era enorme. Nada había cambiado por el hecho de que se sintiera desgraciado.

Le pitó el móvil y mile y la señora Ortiz dejaron de hablar de las pocas cosas que él le había encargado hacer mientras estuviera fuera. Era gracioso que, a pesar del tiempo que llevaba viviendo en esa casa, poco
cambiaría cuando se marchara.
Volvía a ser Howie, su mánager. Llevaba una semana dándole la lata para que se pusiera en contacto con el hombre que afirmaba ser su padre
biológico.

-¿Qué pasa ahora?

-Se trata de eser tipo, Edgar Romsaithong-dijo Howie-

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-Se trata de eser tipo, Edgar Romsaithong-dijo Howie-. Ha venido a Los Ángeles para verte. Sé que no quieres saber nada del asunto, pero creo que deberías hablar con él antes de volver a Suiza. Después del tercer intento de aquel hombre de ponerse en contacto con él, mile había pedido a su abogado que comprobara discretamente la
historia, y parecía que había muchas posibilidades de que Edgar Romsaithong fuera, en efecto, su padre biológico.

Sin embargo, era un misterio el motivo de que creyera que mile querría hablar con él.
Era evidente que el problema no iba a desaparecer de forma Inmediata y era injusto someter a su equipo a ese incordio. Una orden de alejamiento parecía la solución más conveniente. Sin embargo, de repente, Mile sintió una inexplicable necesidad de hacer frente al hombre que era culpable de su desgraciada infancia....

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