Desde que mis hermanas y yo hemos sido creadas, los dioses se han vuelto un pilar esencial para la historia del mundo, desde su nacimiento hasta su futuro final.
Primero iniciamos como 3 diosas principales; Tique, la diosa de la fortuna, Norna, diosa del destino, y luego estaba yo, Moira, diosa del tiempo. Las tres nos encargamos por muchos años de mantener el orden el mundo, éramos las creadoras del reloj que movía todo lo existente, sin embargo, llegó un momento en donde tanto trabajo comenzó a ser una carga difícil de llevar para mis hermanas, allí fue cuando nacieron los engranajes.
Norna fue la primera en dar vida a la nueva diosa de la luz, Luzenna, una diosa que trajo esperanza e ideas para la vida, como la creación de los humanos y los espíritus.
Luego vino Nox, hijo de Tique y dios de la oscuridad, el protector del reloj y quien se encargaría de que todos sigan sus roles.
Yo me abstuve de darle tanto poder a otros seres, manteniendo el pensamiento que podría encargarme sola de mi trabajo sin la necesidad de entregarle a alguien una pequeña parte de mi excesivo poder.
Pero nada se detuvo ahí, pues cuando vieron que el mundo podría volverse más fácil dándole el trabajo a otros, comenzaron a crear más y más dioses para que se ocupasen de su labor.
—Fuimos creadas con un motivo, negarlo traerá problemas —les advertí con cautela, observando cómo no parecían a gusto con mi idea.
—Mi tía tiene razón, cuando se expande un mundo, también se expanden las ideas y cuando se es libre de pensar, se es libre de actuar —concordó Nox, de pie junto a mí, con la mirada firme puesta en su madre.
Pero ninguna de ellas escuchó, solo siguieron produciendo más y más engranajes hasta que, un día, la máquina explotó y una guerra estalló.
Dioses contra dioses, hermanos contra hermanos, luchando por ideologías contrarias que no podrían convivir en paz. Unos querían que los humanos fueran libres de nuestro control, otros mantenían el pensamiento de que nos necesitaban para subsistir, pero yo me mantuve al margen, solo como una espectadora del caos que mis hermanas habían causado.
La guerra escalaba cada vez más grande, nuevas especies fueron creándose para luchar y mantener todo en orden mientras los dioses llegaban a un acuerdo (o un bando caía primero), llegaron a un punto donde ya no había dioses puros, solo copias mortales que ascendieron para tomar el lugar de los caídos.
Harta de tanto ruido, acudí a madre, quien se encargó de eliminar el problema inicial; Tique y Norna.
Las tres hermanas acabaron por ser solo una, centrando el poder de ambas en mí para continuar con la labor que ellas se negaban a cumplir.
Moví las arenas del destino y reescribí muchas cosas para acomodar todo y que el mundo volviera a funcionar. Tuve que poner el sacrificio de muchos en el futuro para que la normalidad volviera a un punto manejable.
—La guerra está por acabar —avisó Luzenna con orgullo de su victoria.
—Debemos planear que hacer una vez acabada —dijo Nox, mirándola con una expresión neutra que no demostraba si estaba feliz, triste o enojado.
No mintieron.
Luego de 1000 años de guerra, por fin acabó con la victoria de los dioses que estaban a favor de continuar gobernando a los humanos, aunque fueron solo unos pocos.
Nox, Luzenna y yo terminamos siendo los últimos de los dioses puros que había en el alto reino, los demás eran criaturas que ascendieron como dioses. Por ejemplo, Nilo, el dios de las aguas que antes fue un tritón, o Nabih, diosa de la sabiduría que antes fue una humana.
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La luz del diamante
FantasyDesde jóvenes fueron entrenados para cazar a los hijos mestizos de dioses caídos y siempre han logrado cumplir su labor sin problemas, sin embargo, la racha de victorias se acabó y ahora deberán idear un plan para sus nuevos objetivos. Eria y Tius h...