Ae.
Después de que Ann se fue, cerré la puerta y esperé a que mi padre iniciara la conversación. No me gustaba para nada la forma en que me miraba, como si estuviera a punto de corregirme.
-Tres cosas. Es lo único que necesito saber.
El tono de su voz era seco y firme como siempre, pero sus ojos reflejaban ira y una vez más yo era el objetivo con el que se desquitaría.
-Dime, padre—no supe que otra cosa decir.
-Explícame, ¿cómo entró un lobo a tu territorio sin que te dieras cuenta?
-Llegó por el bosque—dije—estaba escondido y no tenía aroma.Dio un paso al frente y volvió a preguntar.
-¿Por qué no has enviado tus reportes en el tiempo requerido? No recuerdo haberte entrenado para ser un irresponsable.
-El entrenamiento se ha intensificado debido a que, de alguna manera, el enemigo lleva ventaja, es mi deber entrenar a estos chicos y asegurarme de que cuando tengan que ir al campo de batalla no mueran.Parecía que mis explicaciones eran las correctas, si no, estaría haciendo más preguntas al respecto. Dio un último paso hacia mí y me hizo la última pregunta.
-¿Quién es Pete Pitchaya?
Cuando terminó de decir su nombre, un aire helado se coló en mis huesos y me impidió contestar. Mi cuerpo se puso rígido y podía jurar que no estaba parpadeando. Esa sonrisa que tanto odio apareció en su cara, burlándose de mí.
-Entonces lo que me dijeron es cierto, tú y ese chico tienen algo.
-Padre, yo...
-No te he dado permiso de hablar—me interrumpió alzando su voz sobre la mía.Guardé silencio mientras sus ojos me juzgaban.
-No sé qué está ocurriendo entre ustedes dos y siendo franco no me interesa. Pero sea lo que sea se acabó.
Sus palabras se clavaron en mi mente como agujas y fue entonces cuando me atreví a mirarlo directamente.
- ¿Qué dijiste? —pregunté, me sentía aturdido.
-Lo que escuchaste. Me han llegado noticias de que pasas demasiado tiempo con él y desde que eso ocurrió has estado fallando en tu trabajo y poniendo en duda tu palabra. No dejaré que eches a perder todo lo que he conseguido para ti por una calentura.Sus palabras fueron duras y no hubo rastro alguno de que le importara lo que yo tuviera para decir.
-Da la orden de traslado, se ira esta noche.
El dolor que se incrusto en mi pecho me nubló el juicio y sentía que las piernas me fallarían si decidía moverme.
-No.
Al principio no estaba seguro si solo lo había pensado, pero cuando mi padre me miro confundido, como si no hubiera escuchado bien lo que acababa de decir, supe que lo había dicho en voz alta.
-¿Qué fue lo que dijiste?
-Dije que no, no vas a llevarte a Pete a ningún lado.Nunca me había negado a una orden, menos a una que viniera directamente de mí padre.
Me negué a que mi cara reflejara el miedo latente que recorría mi cuerpo. La sola idea de que exista una posibilidad de no volver a Pete me provoca una sensación de pánico que no puedo soportar. Mis manos sudan y mi corazón está latiendo tan fuerte que lo siento golpear en mi garganta.
-Agarra ese teléfono y da la orden de traslado—dijo una vez más, solo que ahora no se molestó en ocultar la ira que sentía.
-No—repetí—Sí él se va, yo iré con él.
-Te he dado una orden, no una sugerencia. Así que toma ese maldito teléfono y haz lo que digo—sus ojos comenzaron a brillar con su característico color rojo y mi cuerpo reaccionó poniendo una resistencia.
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Entre el amor y la guerra
Fanfiction¿Qué piensas cuando escuchas la palabra "guerra"? Apuesto a que más de una mala definición se asoma por tu cabeza, y no te equivocas en ninguna. Pero, si tuviéramos que concluirla en una sola, creo que "muerte" es lo más apropiado. Los betas se han...