ᴜɴɪϙᴜᴇ

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Personas tienen sexo para reproducirse, otras para disminuir el estrés, también lo tienen para ayudar con el insomnio, a otras personas, desgraciadamente, les toca tener sexo por obligación o compromiso, pero el mejor siempre va a ser el que es pu...

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Personas tienen sexo para reproducirse, otras para disminuir el estrés, también lo tienen para ayudar con el insomnio, a otras personas, desgraciadamente, les toca tener sexo por obligación o compromiso, pero el mejor siempre va a ser el que es puramente para disfrutar.

Aquel donde se implementan todas las cosas que te pudieras imaginar, donde se dejan llevar por sus más grandes deseos. Algunos lo hacen tradicionalmente, conciso, otros prefieren irse expandiendo a diferentes fantasías sexuales que tienen.

Robin y Nami combinan ambas, se habían expandido tanto en sus fantasías que ya eran parte de su tradición, todo se da espontáneo según experiencias previas que han tenido.

Y ahora, después de una ronda de orgasmos donde ya ambas habían disfrutado bastante, se encontraban haciendo algo que no era muy común en ellas, pero que luego de esa noche ambas iban a querer repetir una y otra vez.

Nami había comenzado a pasear sus dedos por su propio centro, de arriba a abajo, con pequeños quejidos entrecortados, esperando alguna indicación de Robin, como lo hacían normalmente; masturbación guiada. Pero la pelinegra estaba tan concentrada mirando los movimientos de su novia, que no dio ninguna indicación, y esto Nami lo tomó como un buen momento para tomar el control y hacer lo que ella quisiera.

Para ser sinceros, no se alejaba mucho de lo típico, pero ahora tenía la libertad de soltarse cuanto y cuando quisiera.

Su mano se movía con calma en aquella zona, su dedo medio y anular, separados, se encargaban de presionar sus labios mayores, que se deslizaban fácilmente por la humedad previa. Cada cierto tiempo, subía un poco más y presionaba su clítoris, y otras veces bajaba lo suficiente como para palpar su entrada. Todo esto acompañado de jadeos, de ambas partes: Nami debido al placer directamente recibido, y Robin totalmente encantada con lo que veía.

Estaba sentada frente a la pelirroja, teniendo una vista de primeras, pudiendo ver todo lo que quisiera, desde las expresiones de la menor hasta sus muslos temblando por el placer.

Los movimientos dejaron de ser calmos, cada vez se aceleraban más, pero siempre hacían el mismo recorrido, los jadeos se transformaban en gemidos entrecortados y la humedad solo aumentaba, haciendo los movimientos más rápidos aún.

Ambos dedos atrapaban entre ellos a los labios internos, luego se deslizaban hacia arriba y esta vez pasaban por el medio de estos. Era la gloria para Nami repetir ese patrón.

Robin tenía ganas de ayudarla, de abrir los pliegues con sus propias manos y pasar la lengua por ahí, pero estaba tan absorta en la vista que tenía, que no podía moverse.

Ambas jadearon fuerte cuando los dedos de Nami se deslizaron con tanta facilidad dentro suyo, saliendo a los segundos, y volviendo a entrar. Robin podía escuchar la viscosidad entre los gemidos. Los dedos de Nami salieron aún más brillantes, todo estaba brillante, los labios, la parte interna de sus muslos, sus dedos, todo.

ᴛʜᴇ sᴇxɪᴇsᴛ ᴡᴏᴍᴀɴ | ᴏɴᴇ ᴘɪᴇᴄᴇ ; ʀᴏɴᴀ ᴏsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora