Gale

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Disclaimer: La saga Hunger Games es propiedad de la Sra. Suzanne Collins, yo solo soy una experta en usar personajes ajenos tan solo por entretención. 

 "Muchas veces cierro los ojos y cuento hasta diez, pensando que cuando los abra, él se materializará sin un ruido como siempre lo hacía. Tengo que recordarme que Gale está en el distrito 2 con un trabajo lujoso, probablemente besando otro par de labios" 

Sin siquiera saberlo, las palabras de ella, resultaron ser talladas en piedra en la vida de Gale. Terminada la guerra y gracias a su particular desempeño durante la misma, el joven había conseguido un lujoso empleo en el distrito 2. Muchos pensaron que no lo aceptaría. Sin embargo él tenía razones de sobras para hacerlo. Y todas tenían relación con... ella. Y a pesar del dolor, había aprendido a vivir con la distancia, a su manera. 

- Gale – le susurró una mujer a sus espaldas – debo irme. ¿Nos vemos mañana? 

El hombre, de unos 30 y tantos, estaba sentado en un cómodo sofá de cuero, observando con demasiado interés los cubos de hielo deshacerse en su vaso.

 - Claro – fue todo lo que respondió sin siquiera mirarla. 

La mujer le dio un beso en los labios y dando un último vistazo a la habitación lo dejó solo. Siempre hacia lo mismo, muchas veces sin notarlo y otras tantas de forma incidental, la mujer –como todas- tenía cabello oscuro, piel olivácea y ojos grises que tal vez podían remplazarla pero que no irradiaban la fuerza, la valentía, la entrega, la particularidad que solo ella podía tener. Ni la belleza que solo ella podía transmitir, las cosas que solo ella podía producir en él... el amor que solo a ella podría haber entregado. Sin embargo la mujer que minutos atrás lo había besado no le producía nada de eso. 

No la amaba. 

Aunque su apariencia le fuera dolorosamente familiar. Y ella tampoco lo amaba a él, tan solo estaba aprovechando la oportunidad que la vida le había entregado: Salir un par de veces con el inalcanzable Gale Hawthorne... y quizás conquistarlo, más que nada era un reto. Pero esa idea resultaba prácticamente imposible, muchas ya lo habían intentado sin éxito. 

Gale cerró los ojos y suspiró pesadamente. Ya habían pasado muchos años del fin de la guerra, sin embargo sus sentimientos continuaban intactos y no solo el amor por ella, sino también ese odio a todo recuerdo relacionado con el Capitolio y la culpa, la jodida culpa que lo carcomía día y noche. Era como un veneno que nunca había podido sacar de su sangre. Esa fue una de las razones por las que decidió alejarse del Distrito 12: Estaba demasiado dañado para curarla a ella. Había muchas razones más, como por ejemplo que ella siempre pensaría, sin importar el paso de los años, que estuvo directa o indirectamente relacionado con la muerte de su hermana. Él no podía asegurarle nada, ni siquiera él lo tenía claro. Pero aun así, la culpa hacia un trabajo eficiente en su vida. Que después que la pequeña había muerto, había muerto lo único que tenía a su favor para obtener su amor; el cuidar a su familia. 

Y finalmente, luego de una posguerra dos personas mental y físicamente tan lastimadas como ellos dos solo se harían daño. Él solo sería bencina para la Chica en llamas, nunca podría sanarla si él no había logrado sanarse a sí mismo. Y nunca podría comprenderla, porque él nunca había vivido los Juegos en la arena. 

Tenía todas las de perder.

Y por lo mismo había aceptado el trabajo en el Distrito 2 con gran honor, sin siquiera ser capaz de despedirse, o de escribir una carta. No era capaz. Porque todos los esfuerzos por dejarla ir se habrían esfumado tan solo al verla, al sentir su olor, al ver que aún no le perdonaba, al comprender que amaba a otro. A otro que le hacía bien, que lograba sanarla, que lograba sacar lo mejor de ella, que lograba hacerla feliz. Que la protegió, cuando él no pudo hacerlo. 

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