Limpio.

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- ¿De verdad te vas a limpiar? - cuestionó Max mientras soltaba una carcajada

- Sí, así que, puedo estar contigo, pero no más drogas - afirmé

- Si eso quieres - elevó los hombros y después tragó una pastilla.

Los primeros días fue difícil, me sentía ansioso y tenía ganas de volver a consumir, sobre todo cocaína, esa mierda sí que era adictiva. Pero logré sobrepasar la etapa de abstinencia, y todo comenzó a mejorar. 

- Deberías dejarlo - le dije un día

- ¿Para qué? ¿Qué chiste tendría?

- Creo que te ayudaría a enfocarte mejor

Pese a todas mis insistencias, Max siguió drogándose, y aunque ya no con cristal, se metía todo lo demás. Yo continúe visitandolo, y me sentía de mejor humor, creo que de alguna forma la droga no sólo había alterado mis sentidos. Compartimos muchos momentos juntos, aunque no estoy seguro de cuanto porcentaje de ellos Max estuvo consciente. 

Seguí viendo a Charlie y James, eran realmente amorosos, pero comenzaba a surgir dentro mío una intensa repulsión hacia ellos. Sólo quería estar con Max, pasar mis días y noches junto a él. Incluso si la mayor parte del tiempo lo estaba cuidando porque se paso con una dosis.

Lo amaba, o al menos, eso es lo que yo pensé.

El sentimiento crecía y se apoderó de mí. Ahora entendía todas esas veces que Tom intentaba salvar casos perdidos, y todas las noches que se desveló cuidando a Clarisse tras haberse cortado.

Ahora lo entendía.

Cuando tenía a Max entre mis brazos, sujetando su cabeza, ayudándolo a vomitar.

Cuando sus ojos estaban demasiado idos, su pulso demasiado lento.

Cuando sin darme cuenta, estaba arrastrándome también a mí, incluso si ya estaba limpio.

Una noche su madre se puso muy mal en el hospital, él había vuelto de llevarle flores. Se dejo caer en el suelo y saco un par de pastillas. Eran relajantes, Xanax. Las tomó y comenzó a besarme, hasta que sus ojos se perdieron en la oscuridad.

Me sentí ansioso, ansioso de toda la situación, de que Max se estaba matando en vida y yo no podía salvarlo, del amor que crecía en mi pecho, de los veinticuatro días que había pasado sin drogarme. Así que tomé dos pastillas y también me deje ir.

Al siguiente día, ambos amanecimos en su cama, abrazados y mirándonos frente a frente, no podía evadir ese sentimiento, sentí que si no lo decía iba a morir.

De pronto, un montón de mensajes entraron a mi celular y él se dio cuenta. Era Charlie, estaba preocupado, preguntaba por mí, por dónde estaba y por qué no había contestado a sus llamadas.

Pude notar la incomodidad en el rostro de Maximilian cuando abrí los mensajes. Se alejó entonces. Yo intenté acercarme, pero él no me dejó.

- Necesito un cigarrillo – se levantó de la cama dirigiéndose a su buró, tomo un cigarro de marihuana y lo prendió con ansiedad. No parecía enojado, pero una sensación extraña inundaba la habitación.

Volví a casa y me sentí ansioso, sabía que un sentimiento ardía dentro mío, y no quería detenerlo. Así que ya lo había decidido, necesitaba demostrarle a Max con actos reales que él me importaba. Mañana sería catorce de febrero, le confesaría mi amor, y si me aceptaba terminaría con todos los demás.

Sé que él me quería, lo sentí en el fondo de mi corazón.

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