32
Kass
Bajamos al comedor, la mesa de madera enorme, llena de comida, y mis padres ya estaban sentados esperándonos.Sujeté más fuerte la mano de Chris y nos acerqué.
Nos sentamos y mi madre me miró.
Por alguna razón no podía corresponderle la mirada. No quería que leyera demasiado entre líneas, no me importaba que supiera que estaba teniendo sexo con él, pero tampoco me delataría a mí misma.
Todavía estaba algo agitada por cómo me tocó hace solo unos momentos y sabía que mi cara conservaba algo de rubor.
Mi padre miró a Chris y este le devolvió la mirada.
Para que luego Mallcom finalmente hablara—¿Entonces eres estudiante de arquitectura?
—Así es, estoy en el tercer año de la carrera.
—Qué bien, pero también juegas fútbol, ¿no es así?
—Sí, juego para la universidad—contestó tranquilo y desinteresado.
Yo no estaba prestando mucha atención a la conversación o a la comida, estaba deliciosa, pero no tenía mucho apetito.
Quería que volviéramos a mi habitación cuanto antes, pero conocía a mis padres; estaríamos aquí al menos dos o tres horas.
Christian tiró algo al suelo y se agachó a recogerlo, no le di mucha importancia, pero mis nervios se dispararon cuando sentí su mano subir por mi pierna hasta que se acomodó entre mis muslos.
—Entonces, ¿qué tienes pensado hacer cuando termines la carrera? —preguntó mi padre.
La expresión del chico no cambió, como si no estuviera tocándome debajo del sedoso mantel.
Traté de parecer neutral, de no sobresaltarme demasiado. No quería que nos atraparan.
Pero me tuve que morder la lengua cuando sentí sus dedos entrando en mí. Dios, podía sentir cómo llenaba cada espacio, cómo me estiraba y la sensación era gloriosa.
Con movimientos pausados pero firmes, me estaba matando lentamente.
Sentía cómo la humedad me mojaba la piel, cómo sus caricias me arrastraban a lugares de mi mente que no conocía, donde no había preocupaciones o prejuicios, donde solo era yo, yo y el placer que me ponía los vellos de punta, que me carcomía la piel y que me dejaba sin respiración.
—Mi tío tiene una firma de arquitectos, desde que escogí la carrera me ofreció un puesto, así que tal vez haga eso—repuso Chris.
Sus dedos seguían torturándome, seguían haciéndome querer gritar.
A este punto mis dientes estaban tan hincados en mi lengua que ya había probado el metálico sabor de mi sangre.
Tenía calor, mucho calor.
Traté de mirarlo para que me diera un respiro, pero al parecer verme en esta situación era divertido para él. Lo descubrí mirándome con una sonrisa ladina en su rostro más de una vez.
Mi respiración era irregular, pero ¿a quién iba a engañar? lo estaba disfrutando.
Siempre me gustó la adrenalina.
Mi corazón ahora estaba haciendo trabajo extra, sentía el ritmo errático en mi pecho, como si se quisiese salir de mi cuerpo.
Tenía la cara roja, lo sabía.

ESTÁS LEYENDO
La Melodía de tu Voz (YA DISPONIBLE EN FÍSICO)
Lãng mạnKassandra Carter, estudiante de psicología, amante de siempre tener la razón y de la música, es presentada a Christian Cooper, un amigo de su amigo, este chico misterioso e intrigante, conocido por ser el mejor jugador de fútbol americano del equipo...