Harry caminaba sintiendo su estómago revolverse a causa de los sucesos en aquel corredor. Estaba harto del modo en que los estudiantes habían tomado el asunto de los campeones, pero más allá de eso, estaba harto de sentirse vulnerable todo el tiempo. La situación era muy similar a como eran las cosas cuando estudiaba en el mismo colegio que su primo Dudley, en donde nadie le hablaba por miedo a tener problemas con su primo, además de que constantemente se metían con él por cualquier cosa. En lo que iba de la semana, Harry ya había aguantado varios insultos y zancadillas por parte de varios alumnos de Hufflepuff y de Slytherin; los de Ravenclaw como tal no habían hecho nada contra él, pero eso no disminuía el peso de las miradas juzgonas que le tiraban cada que lo veían. El punto de quiebre de esas agresiones, fueron los maleficios de aquellos Hufflepuff, porque Harry podía aguantar los insultos y las zancadillas, pues aquello no era diferente de cómo eran las cosas en su colegio muggle, pero que también las agresiones comenzarán a ser con magia lo hizo sentir acorralado. No era el instinto de Harry el ir con un profesor cuando alguien se metía con él o lo insultaba, incluso antes de separarse de Cédric consideró simplemente volver a la Torre de Gryffindor y no hacer nada, pero estaba harto. La infancia de Harry había estado llena de abusos, de miedo y de soportar el dolor pretendiendo ser fuerte, pero no quería llevar esas sensaciones al lugar donde sintió que tenía un hogar por primera vez. De tal modo que, con mucha determinación, terminó el camino que le quedaba para el despacho de Minerva McGonagall y llamó a la puerta.
- Adelante. - dijo la profesora y él siguió hacia dentro del despacho. - Oh, buenas tardes Potter. ¿Qué te trae por aquí?
- Buenas tardes profesora. - dijo Harry, sintiendo los nervios correr a través de su cuerpo. - Cédric Diggory me pidió que le diera esto, y que nos esperan a los dos en el despacho de la profesora Sprout. - terminó mientras extendía el pergamino a la profesora.
-¿Ahora en qué lío te metiste Potter? - dijo la profesora con preocupación mientras desenrollaba el pergamino y lo leyó, cambiando su semblante preocupado a una expresión de furia. - ¿QUÉ RAYOS ES ESTO POTTER? ¿ESTO ES ENSERIO?
- Me temo que sí, profesora. - dijo Harry algo asustado. Nunca, en los tres años que Harry llevaba en Hogwarts la había visto tan enojada. Ni siquiera cuando los atrapó después de que Hermione y él se deshicieron del dragón de Hagrid.
- Esto no se va a quedar así. ¡Ya fue suficiente! Sprout me va a escuchar. - para Harry no pasó desapercibido el hecho de que se refiriera a la profesora Sprout por su apellido en lugar de "Pomona" que era como ella solía llamarle normalmente. - ¡Acompañeme, Potter!
Harry salió corriendo atrás de ella, quien caminaba a un paso veloz y furioso, mientras Harry se sentía temeroso de haber hecho más grande de lo que ya era, puesto que Harry sabía desde el minuto uno que conoció a Minerva McGonagall que era una mujer con la cuál uno no quería tener problemas. Caminaron directo a los invernaderos en silencio, pero con una tensión enorme en el ambiente. Cuando llegaron al despacho de la profesora, la puerta se abrió estrepitosamente por medio de magia, y la profesora McGonagall entró con paso fuerte. La profesora Sprout estaba sentada detrás de su escritorio mientras que los estudiantes que agredieron a Harry estaban sentados en frente, mirando asustados la brusca intromisión de McGonagall. Cédric, por su parte, estaba con un rostro serio al otro lado del despacho.- ¡¿Qué significa esto Sprout?! - estalló McGonagall en cuanto sus ojos se encontraron con la mirada desafiante de Sprout. - ¿Te parece bien lo que tus estudiantes le hicieron a uno de mis pupilos?
- ¡Relájate McGonagall! - respondió Sprout con la misma intensidad en su voz. - No vengas a mi oficina pretendiendo como si fuera la primera vez que pasara eso en el colegio y como si los alumnos de tu casa no hicieran exactamente lo mismo a mis estudiantes. ¿O ya se te olvidó que Cormac McLaggen hechizó el cabello a Jasper Hutchins? ¿La maldición mocomurcielago que Ginny Weasley y Colin Creevey le hicieron a Austin Hume? ¿Los caramelos longuilinguos que Fred y George Weasley le dieron a Cédric Diggory?
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Entre dragones, sirenas, laberintos y un cementerio
Fiksi PenggemarCuando Dumbledore lee el nombre de Harry Potter al salir del Cáliz de Fuego, el corazón de cierto pelinegro se detiene repentinamente, sumado a que ese mismo día, se da cuenta de que puede sentir cosas que en la vida imaginó que podía sentir. Harry...