buen amigo

1.9K 268 72
                                    

Siempre se ha considerado un buen amigo. Cuando Max llegó a su vida, él lo recibió con los brazos abiertos y una enorme sonrisa juguetona plasmada en la cara, que nunca decayó aún cuando el —ese entonces— joven rookie lo miró como si tratara de un patético chiste andante, o un payaso vestido del nomex de Red Bull Racing.


Al principio de su tan popular amistad, sobrepasar y derribar los muros forjados de años de duro esfuerzo y abuso parental fue difícil; Max le seguía el juego y se unía a su sin fin de bromas y chistes tontos hasta orinarse en los pantalones, pero era tan reservados que inquietaba un poco. No compartió mucha información de su vida personal, lo único que Daniel y otros pilotos sabían de la joven promesa era su gusto por los gatos y la sopa de tomate.

Acercarse a él era una tarea complicada cuando Max no daba mucho por el cual trabajar, prefería pasar su tiempo libre en el simulador o entrenar, a estar jugando un partido amistoso de ping pong, o FIFA. Hubo varias invitaciones a su buzón de voz y mensajes perdidos entre cientos que Daniel mandaba seguido, algunos completamente ignorados y otros siendo rechazados amablemente.

Fue un camino largo y agotador, un subir y bajar constante en que tenía a Daniel dando vueltas intentando no perderse entre sus propios pensamientos, hasta que todos sus esfuerzos rindieron frutos en el momento que Max decidió empinarse una botella entera de ron tras una mala carrera.

Su boca vomitó maldiciones y palabras apenas entendibles en inglés, abundaba la honestidad como el agua de una presa recién resquebrajada y cada cosa que Max se guardaba salía a la misma velocidad de su monoplaza en la línea de salida.

Había escuchado de las actitudes de Jos Verstappen y su manera de ser, sin embargo, eso no quitó el hecho de que se sorprendiera de cada una de las situaciones por las que Max pasó cuando era tan solo un niño, y por las cuales aún pasa pero no con la misma frecuencia. Daniel tuvo que pedir un whisky y un shot de tequila para poder soportar años de maltrato dichos en menos de una hora.

Esa noche, después de un año de haber sido compañeros, conoció a Max. 

Conoció más de aquel chico reservado que hablaba de gatos a la hora del almuerzo.

Inclusive, conoció cuál era el crush que tenía suspirando al campeón mundial.

—¿No es muy viejo para tí?

—¡Viejo tu culo, Daniel! Checo Pérez es hermoso. Me vuelve loco cada vez que lo veo en pantalla, o cuando me saluda a lo lejos. Dios mío, lo que daría por tenerlo cerca.

Daniel se ríe con fuerza ante la fuerte confesión. Nunca hubiera imaginado que el corazón de Max latiera por el mexicano de la parrilla, no va a negar que el hombre era malditamente sexy y que tenía un acento que haría que cualquiera se corriera en los pantalones, pero era ridículo dentro de su cabeza.

No podía ver a Max y a Sergio juntos.

Simplemente… no.

Los años pasaron, los cambios sucedieron y con ellos nuevos contratos, nuevas amistades y descubrimientos que han dejado a Daniel queriendo arrancarse el cabello de la cabeza.

Se dió cuenta que algo andaba mal con él cuando Max le anunció su relación con Sergio. Al escucharlo, algo dentro de él se encendió como una pequeña llama en el estómago que se extendió por todo su cuerpo y quemaba cada músculo y poro de la piel haciéndolo arder en celos y en pensamientos llenos de molestia y amargura.

buen amigo | checo/daniel ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora