Hace tiempo deje de ver a la inocencia del infante ante un adulto como algo puro, las marcas en tu cuerpo no son causadas por ti, si no por las manos de los adultos que injustamente ensuciaron la pureza de un alma con lo fúnebre que puede ser la vida.
Nunca he considerado ser un niño maltratado, después de todo, cada castigo es merecido en mi perspectiva, tal vez algunos castigos fueron mucho más allá de lo que mi piel pudo soportar, mi piel lloro en sangre pura de dolor con tan solo 10 años.
“Lo hacemos por tu educación”, solía escuchar esa frase a menudo cuando a mi madre le daba un ataque de moral a las 9:30 de la noche, yo solía estar delante del televisor en el sofá mientras veía cualquier caricatura que el cable tuviera para mostrar. Suele ser siempre lo mismo, da unas vueltas por la cocina, supongo que pensando en cómo convencerse realmente de sus acciones, cuando ya se encuentra decidida da vueltas ahora por la sala, mi mirada suele seguirla, su presencia en el mismo cuarto en el que este yo es abrumante, después camina directamente al sillón que está a mi derecha, en el que estoy sentado yo fácilmente caben 4 personas, da directamente a la tele, el lugar perfecto, pero me veo incómodamente sentado en la esquina derecha porque mi hermana decide acostarse sobre los tres espacios sobrantes.
En el que esta ella no es tan grande como el mío, pero también logra acostarse una persona con facilidad, pero esos solo son pequeños detalles que logro recordar de vagos recuerdos viejos que de vez en cuando mi mente decide volver a mostrar.
Ella no ve caricaturas, así que sé que no está ahí para ver la tele con mi hermana, el momento de tensión se da cuando se sienta en la esquina izquierda del otro sillón, queda a mi lado, solo me bastaría con estirar mi brazo y poder tocar el otro sillón, así que sí, realmente están muy cercas.
No sé porque mi corazón se comienza a acelerar, ella no ha hablado en ningún momento, pero el ambiente comienza a adaptarse a la situación.
“Tengo que hablar con ustedes”, aquella jodida frase que tu mente ocupa para comenzar a pensar en cualquier estupidez que hiciste y ella no se enteró, “¿Acaso se entero que reprobé?”, “¿Sabrá mi secreto?”, “¿Qué es lo que quiere hablar?”, miles de ideas una peor que la otra, pero solo puedes voltear a verla esperando a que siga con su relato.Escuchen…realmente no sé cómo expresar esto – dijo mientras se recostaba en el sillón. Mi hermana quita el volumen de la tele y yo volteo a verla, las palabras no salen de mi boca y nunca lograran salir por más que la situación se repita. “Si, ama”, mi hermana es la única valiente en esto, mientras yo me sigo hundiendo en aquel tren de pensamientos que no me dejan en paz. – ¿Saben que los amo mucho? – dice con un tono bajo.
En ese momento todo se congela para mí, “¿nos ama?, a que quiere llegar con eso”, por alguna razón un nudo comienza a formarse en mi pecho, “¿nos ama?” me pregunto una y otra vez, al principio aquella pregunta viene acompañada con momentos de felicidad, quizás ella dándome un regalo, un abrazo o simplemente compartiendo una tarde juntos, “Sí, nos ama”.
Aunque después viene la segunda parte de mi crisis, aquellas memorias se distorsionan, tal cual una película de terror, un cinto golpeando mis piernas, ella gritándome por alguna cosa que hice, todas esas palabras que dejaron huellas en mi piel y mente que a pesar de los años no logro olvidar, y vuelto a preguntarme, “¿nos ama?”, la respuesta tarda mucho mas en llegar, flaqueo entre decir que lo hace o no, “¿Para amar a alguien lo tienes que golpear?”, “¿Esta es la forma en la que tengo que amar a los demás?”, “¿Tienes que golpearme para demostrarme que me amas?”.
“Sí, ella me ama”, es mi madre después de todo, porque no me amaría.Y aunque la respuesta es afirmativa no sé porque mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, me siento herido por aquellas palabras, no me dan consuelo ante los momentos de abuso y dolor que ella misma me había causado.
Veo su boca abrirse nuevamente y comienzo a implorar que de ella no salgan mas palabras, no quiero hablar más del tema, “cállate, por favor”, decía mil veces en mi mente mientras comenzaba a llorar, cuatro palabras bastaban para hacer tambalear mi débil alma.
Yo sigo encerrado en mi mundo, hasta ahora no logro decir ninguna palabra, pero escucho la salvación, nuevamente mi hermana mayor termina salvando el momento, “Lo sabemos, también lo hago”, mis labios tiemblan y finalmente logro decir “Yo también”
Amo tanto a alguien que me destroza en cuestión de segundos, lo siguiente nunca lo logro recordar, siempre nado entre lagunas mentales tratando de recuperar los fragmentos que mi mente estratégicamente esconde para no terminar mal, supongo, lo único que mi mente logra armar es terminar todos llorando y ella abrazándome fuertemente, pero nunca me siento seguro en sus brazos…nunca he sentido ese cariño maternal.
No amo a mi propia madre (demonios que estoy pensando, claro que lo hago. . .), ¿Cómo podre amarte a ti?, estoy roto.
🄲
𝖵𝖠𝖭𝖳𝖤_𝖫𝖮𝖵𝖤𝖲