Lo siento como un peso insostenible que aplasta mi pecho, robándome el aliento y la voluntad de seguir adelante.
Es una niebla espesa y oscura que se cierne sobre mi mente, cubriendo todo de una pesadez ineludible. Las pequeñas tareas diarias se convierten en montañas imposibles de escalar, y cada pensamiento positivo es sofocado por un torrente de desesperación.
Me levanto cada mañana con la esperanza de que hoy sea diferente, que quizás este sea el día en que la nube negra se disipe y vuelva a sentir algo, cualquier cosa, aparte de esta abrumadora tristeza. Pero con cada día que pasa, la esperanza se desvanece un poco más, reemplazada por una sensación de derrota que se arraiga más profundamente.
Las voces en mi cabeza son implacables. Me dicen que no valgo nada, que nunca mejoraré, que todo es inútil. Esas voces se han convertido en mi constante compañía, susurrando palabras de autodesprecio y desesperanza, llenando cada rincón de mi mente con su veneno.
La gente a mi alrededor no lo entiende. "Solo esfuérzate más," dicen. "Sal y haz algo que te guste." Pero lo que no comprenden es que la depresión no se trata de no esforzarse lo suficiente o de no tener cosas que disfrutar. Es una enfermedad que consume, que drena la vida y el color de todo lo que una vez fue significativo.
He intentado tantas cosas para sentirme mejor: medicación, terapia, ejercicio, meditación. Pero cada esfuerzo parece en vano, un débil intento de luchar contra un enemigo invencible. Cada pequeño paso hacia la recuperación es seguido por una caída aún más dolorosa, y cada rayo de esperanza es rápidamente oscurecido por una nueva ola de desesperación.
La soledad es devastadora. Incluso en una habitación llena de gente, me siento aislada, desconectada del mundo que me rodea. Las sonrisas y las risas de los demás parecen pertenecer a otro universo, uno del que estoy excluida. Mi propia sonrisa es una máscara cuidadosamente construida, una fachada para esconder el caos interno que amenaza con consumirlo todo.
Me estoy hundiendo, y no sé cómo salir. La depresión está ganando, y cada día que pasa siento que me arrastra más y más hacia el abismo. Las cosas que solían darme alegría ahora me parecen distantes y sin sentido. Los sueños y las metas que una vez tuve se han desvanecido, dejándome con un vacío que no puedo llenar.
El miedo de que nunca mejoraré es paralizante. La idea de que esta oscuridad podría ser mi única realidad es aterradora. Estoy luchando con todas mis fuerzas, pero siento que estoy perdiendo. La depresión está ganando, y no sé cuánto más puedo soportar.
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Mi corazón sigue latiendo
PoetryMi lucha, un nuevo día y una nueva opresión en el pecho