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•.• -|- sexo somliento. Carlos, Charles, Oscar.

•.-|- CARLOS SAINZ.

Lo despiertas por qué estás cachonda.

"Zorra cachonda". Sería lo primero que diría, cuando te encontrara trepando sobre sus piernas, sentándote en un contoneo.

"Ya tan excitada otra vez".
Refiriéndose a las escasas horas que habían pasado desde la última vez que follaron, te sentiste nerviosa, lloriqueando un poco.

"No pongas mala cara, amor". Unas manos fuertes te agarraron por las caderas. "¿Qué tal si te follo hasta que te duermas".

La idea de ser utilizada y llevada a la debilidad te hizo caer contra el con impaciencia.

"Muy bien, relájate". Sintiendo tu humedad filtrarse en sus boxers, gimió.

No vacilaste, la creciente dureza bajaba de ti se enganchaba en tu clitoris, haciendo que te excitara la sensación.

Una sonrisa burlona de tu marido se dibujó en su cara.
"Vamos hermosa, usame". Bajando hacia su polla, las palabras de elogio te hicieron estremecerte. No te moviste por un momento, dejando que plenitud te penetrara, pero El Fuerte golpe en el costado te hizo chillar, y Carlos te devolvió la sonrisa. "¿No te dije que me usarás, joder?".

Asintiendo, te moviste rápidamente hacia arriba y luego de nuevo hacia abajo, la sensación de su polla arrastrándose contra tus entrañas arrancó un gemido de tus labios. Sin embargo, no fue suficiente. Incluso cuando te abalanzaste sobre su polla, viéndolo gemir por el calor de tu coño, necesitabas más, necesitabas que te follara.

"¿Qué pasa, amor?". Gimoteaste, esperando que cediera a sus propios deseos y te penetrara, pero se limitó a sonreír.

Impaciente, necesitada, ansiosa, casi se te saltaban las lágrimas al pensar en tu hombre haciéndote llegar lo más alto, sabiendo que nunca serías tan buena con sus propios y hábiles empujones.

"Por favor, Car". Luchaste con tus palabras, rezando para que se moviera.

"¿Quieres que te ayude?, ¿porqué?". Tu marido siguió burlándose, con las manos en el pecho, observó tu expresión de dolor, suplicante en silencio, y se apiadó de ti.

"Pero eres mi dulce corazón, ¿verdad?". De repente te empujó hacia delante, presionando sus labios contra los tuyos con el movimiento de su caderas.
"Siempre hermosa, necesitada de mi". Empujó con fuerza, alcanzando ese punto concreto que tú no habías podido, haciendo que te arqueases hacia atrás, dandole acceso a tu cuello.

No pasó mucho tiempo antes de que los dos alcanzarán sus extremo, cuerdas de semen salpicando dentro de ti mientras te estremecías a su alrededor.

Recostada sobre su pecho, ambos calmándose y calmando sus respiraciones, los dos se limitaron a disfrutar de la sensación de otro durante un rato. Hasta que Carlos fue a empujarte, la pegajosidad se hizo incomoda pero tu cuerpo inmóvil no se movió.

Allí observaba tu forma dormida, feliz y respirando suavemente.

"Buenas noches princesa".

•.-|- CHARLES LECLERC.

Vuelve a casa mientras duermes.

Otro día más te habías dormido Solá, esperando a que el número uno volviera a casa. Habían pasado muchas noches desde la última vez que lo sentiste dentro de ti, la paciencia se agotaba mientas te tocabas antes de caer rendida.

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