26. Dolorosa Despedida

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٬٬⠀Dolorosa Despedida⠀─


El cielo estaba cubierto por un manto gris, como si el mundo supiera que ese día sería diferente, que nada volvería a ser igual. Una brisa suave, cargada con la fragancia de la tierra húmeda, se deslizaba por el jardín de la mansión Edevane, moviendo las ramas de los árboles y arrastrando consigo las hojas caídas. Observé el horizonte con una sensación de pesadez en el pecho, sabiendo que el tiempo se estaba agotando. Tenía apenas trece años, pero la responsabilidad que pesaba sobre mí hacía que me sintiera como si tuviera mil.

Desde siempre supe que este día llegaría. Mi padre nunca fue alguien que diera concesiones o que dejara las cosas al azar. Cada paso que di en mi vida había sido cuidadosamente planificado por él, desde el momento en que nací. Él me había enseñado a ser fuerte, a ser implacable y a no dejarme llevar por las emociones. Y aún así, aquí estaba, sintiendo como si el mundo se derrumbara bajo mis pies.

Recuerdo con claridad los días en que la vida no era tan complicada, cuando yo, Zack y Leo podíamos pasar horas jugando en los jardines de mi casa, sin ninguna preocupación más que la de cómo alargar nuestros momentos de diversión. Los jardines de la mansión Edevane eran nuestro paraíso personal. Cada tarde, después de las tediosas lecciones de etiqueta, matemáticas y estrategia que mi padre insistía en que recibiera, me escapaba de la mirada vigilante de los sirvientes y guardias. Mi padre pensaba que no tenía tiempo para perder con juegos de niños, pero yo necesitaba esos momentos. Necesitaba sentirme libre, aunque solo fuera por un par de horas.

Encontraba a Zack y Leo esperando en nuestro lugar habitual, bajo el gran roble al final del jardín, oculto de la vista de los adultos. Zack siempre era el primero en llegar. Incluso siendo un niño, tenía una energía incansable que lo impulsaba a estar siempre en movimiento, siempre buscando algo que hacer. Con su risa contagiosa y su espíritu vivaz, era el alma de nuestro pequeño grupo. Leo, por otro lado, era más reservado. Observaba y escuchaba más de lo que hablaba, pero cuando lo hacía, sus palabras siempre eran precisas y significativas. A pesar de ser niños, ambos se convirtieron en mis verdaderos hermanos.

Esos momentos eran todo para mí. En un mundo donde todo estaba planeado, donde cada movimiento que hacía era controlado y monitoreado, esos momentos de libertad me permitían ser simplemente un niño. Corríamos por los vastos terrenos, nos escondíamos entre los arbustos, trepábamos los árboles más altos. Imaginábamos que éramos caballeros en una búsqueda épica, aventurándonos en territorios desconocidos y enfrentando enemigos invisibles. Eran juegos infantiles, pero para nosotros significaban mucho más. Eran nuestras pequeñas rebeliones contra un futuro que ya estaba decidido.

Cada vez que volvíamos a casa al anochecer, cubiertos de tierra y con la ropa hecha jirones, sentía que había ganado una pequeña batalla contra el destino que mi padre había trazado para mí. Pero sabía que no duraría para siempre. Sabía que, eventualmente, mi padre pondría fin a esos días despreocupados. Y ese día había llegado.

Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia el gran roble, donde Zack y Leo estaban esperando. Había pasado toda la mañana practicando lo que iba a decirles, pero ahora que estaba a punto de hacerlo, no podía encontrar las palabras. ¿Cómo les explicas a tus mejores amigos que todo está a punto de cambiar, que tu vida ya no te pertenece?

Cuando llegué, Zack estaba contando una de sus historias alocadas, probablemente inventada en el momento, mientras Leo lo escuchaba con una sonrisa en el rostro. No pude evitar sonreír al verlos, aunque sabía que esa sonrisa pronto desaparecería.

──Hey, Nate ──dijo Zack al verme, sonriendo ampliamente──. ¿Dónde te habías metido? Leo y yo ya estábamos pensando que te habías quedado atrapado en otra de esas reuniones aburridas de adultos.

Los Estigmas de Nate Edevane (+18) #1 EDLD ✔️ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora