XXI. Ceder al pecado II

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- ¿Qué cosa? - dijo el caballero

- Pues sí. Aprovecha y contagiate de su felicidad. Sí dejas de ser sacerdote, ¿qué harías? - dijo la chica

- No lo sé. Desde joven me decidí a ser hombre de Dios... Le hice mi juramento de castidad... Mi fe yace en el arcángel Rafael... - dijo algo confundido el hombre

- O sea no sabes hacer otra cosa que no sea vivir de la caridad y rezar a tus... No sé, ¿30 años? - dijo la de ojos violeta

- No soy tan viejo... Solo soy un par de años mayor que ustedes... - dijo el religioso

- ¡He! ¿O sea que eres un hombre virgen a los 25... ¡Pobre! - exclamó la mujer con rubor en sus mejillas

Eso avergonzo a Ichigo.

- Obviamente soy casto... Ese fue mi juramento... - dijo temblando el pelirrojo, sonrojado como una cereza

- ¡Hu! ¡Qué lastima! Yo hubiera creído que luego de vivir una vida... Te entregarás a Dios... - dijo Bambinetta

- ¡No, me mires con lástima...! - exclamó el hombre

Entonces llegó un oficial junto a la pareja.

- ¡Sí, todo bien! Ella es mi novia y solo estamos decidiendo a dónde... - dijo el sacerdote

- ¿A dónde me va a invitar a comer...? - dijo la chica

- ¿A... A comer...? - dijo nervioso el religioso

- ¡Sí! ¿A dónde vamos a comer? Sí quieres en el restaurante del hotel está bien, pero es muy caro... - dijo con una sonrisa la estudiante mientras tomaba del brazo al exorcista quien se ruborizo

 - dijo con una sonrisa la estudiante mientras tomaba del brazo al exorcista quien se ruborizo

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Los grandes y suaves senos de la porrista rozaban al católico.

- ¡Ba... Ba...! - exclamó nervioso el pelirrojo

- ¡Bambi! ¡Ya te lo he dicho! - dijo la universitaria

El policía se quedó viendo al de ojos avellana.

- ¡No puedo! Te debo un respeto Basterbine... - dijo el acosador

- Hmp. Señor oficial... - dijo la pelinegra

- Solo es un mal entendido. ¿Qué restaurante nos recomienda a Basterbine y a mí? - dijo temblando el sacerdote

Eso le causó curiosidad a la mujer.

- Hmp. Hay uno muy rico a solo dos calles de aquí no lejos de la comisaría... - dijo el uniformado

- ¡Muy bien! Entonces vamos joven Kurosaki... - dijo dulce la chica

- Está bien... Vamos Ba... - dijo sonrojado el falso novio

- Bambi... O al menos dime por mi nombre: Bam-bi-ne-tta - dijo cariñosa la de ojos violeta

El vampiro en mi pecho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora