thirteen

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¿Conocen esa sensación de sentirse vacíos? ¿De que todo a su alrededor no tiene sentido? Félix recordaba muy vagamente a su madre: su voz casi inaudible y su rostro desvaneciéndose en sus recuerdos, pero era su madre, quien lo abandonó a sus seis años frente a una comisaría. A ella no le importó lo mucho que lloró y gritó el pequeño rubiecito.

También recordaba las veces que la vio lastimarse.

Cerró sus ojos con fuerza, intentando olvidar eso. Luego llevó una de sus manos a su estómago y dijo:

—Esta es la primera vez que siento que soy como ella. Que te abandoné y no supe cuidarte.

Las lágrimas descendían sin parar; sentía mucho dolor. Quería seguir lamentándose por cada decisión suya, pero el sonido de alguien entrando a la habitación lo hizo parar.

Hyunjin estaba ahí, con ojeras y el cabello un poco desordenado. Traía en sus manos unas margaritas.

—Son falsas —fue lo primero que dijo—. Tuve que buscarlas en todos lados. ¿Sabes lo difícil que es conseguir margaritas falsas?

El pelinegro caminó hasta donde se encontraba Félix y se sentó a su lado, tomando la mano de este.

—Te ves muy feo llorando —dijo sin más.

Félix sonrió.

—Así te ves más lindo —Hyunjin extendió las flores hacia el menor y este las agarró.

Se quedaron unos minutos en silencio. Hyunjin hacía caricias a la mano del rubio y este cerraba sus ojos, disfrutando de esa cercanía.

—¿Cuándo puedo irme? —preguntó Félix.

El pelinegro se acomodó en su silla y tronó su cuello.

—En unas horas te darán de alta.

—¿Sabes dónde está Eunwoo?

Hyunjin negó.

—Cuando vino a verte yo estaba afuera y me lo crucé cuando volvía para acá, pero de ahí en más no sé. ¿Pasó algo?

—No, no, solo quería saber cómo estaba.

—Lo entiendo. Estará bien. ¿Tú cómo estás?

—Como puedo.

A Hyunjin se le partió el corazón al ver a su cuñado tan decaído.

—¿Puedo abrazarte?

Félix susurró un "sí" sin fuerzas y fue suficiente para que Hyunjin lo abrazara mientras le hacía caricias en su espalda, diciéndole que todo iba a pasar.

El rubio sacó todo lo que sentía. El dolor que estaba sintiendo se iba en aquel abrazo, un abrazo que necesitaba muchísimo.

                               [...]

Unas horas después, Félix ya estaba listo para volver a casa. Los señores Hwang y Hyunjin estaban a su lado.

—Bien, cariño, ¿estás listo? —preguntó la señora Hwang.

—Estoy bien, suegra, ya podemos irnos.

Con sus margaritas en su regazo, salió de aquella habitación donde dejaba sus lágrimas y el dolor más grande que había sentido en toda su vida.

Al llegar al vehículo, Hyunjin lo cargó para que no hiciera esfuerzo.

—Puedo hacerlo...

—Deja que te cuide, Félix.

El rubio le sonrió y eso a Hyunjin le hizo muy feliz.

Se pusieron en marcha una vez que el pecoso estuvo cómodo.

—Seojun te extraña mucho —habló el señor Hwang—. Tienes muy mimado a mi nieto, tanto así que ni con su abuelo se siente bien.

—Cariño, Seojunie adora a su papá. Obviamente, va a preferirlo a él antes que a un anciano como tú.

Jungjae rió ante las palabras de su esposa.

—Félix es un buen padre —miró a su yerno por el espejo y Félix también hizo lo mismo—. Eres un gran padre, nunca lo olvides —recalcó.

El rubio se sintió reconfortado con aquellas palabras.

Tras unos largos minutos, por fin llegaron a su destino. El primero en bajar fue Hyunjin, quien ayudó a Félix de inmediato.

Fueron recibidos por Antuan y Rosa, quienes miraban con cierta pena al de pecas.

—Señor Félix, estamos muy felices de tenerlo con nosotros —habló Antuan.

—Que se recupere, mi niño... —Rosita intentó no quebrarse, pero no lo logró, así que Antuan se la llevó.

Félix lo único que quería era ver a su hijo y dormir un buen rato.

Al entrar a la mansión, no se escuchó absolutamente nada y eso a Félix lo inquietó.

Y más aún cuando vio bajar a su cuñada con una expresión un tanto extraña.

—Félix... —se acercó a darle un abrazo—. Lo siento mucho.

—Gracias, Yeji. Estoy bien. ¿Dónde está Junie?

La pelirroja se alejó un poco y miró a su mellizo y luego a Félix.

—Eunwoo se lo llevó.

LFCDA | Hyunlix AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora