Quinta fotografia

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Bendita sea la luna ya que su celo había terminado

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Bendita sea la luna ya que su celo había terminado. Aunque a pesar de sentirse mucho mejor los días posteriores al algo incómodo encuentro con Esteban, este siguió preocupándose por él y cuidándolo todos los días después de aquello. Aquel domingo al levantarse notó esa tranquilidad y casi salta al quinto piso de felicidad. 

Desayunó tranquilo, atendió a su roedor y mientras cocinaba algo ligero para el almuerzo, su puerta sonó. Mierda, no se había arreglado, estaba en un par de short de diario, una camiseta oversize de The Beatles y sus pantuflas de tiburón afelpadas. Contando que también tenía su no tan corto y ruloso pelo recogido en una coletita pequeña con una liga de mariposa obsequiada por su pequeña sobrina Amy, la nena de Fer y Rafa.

Se apresuró a dejar la espátula en la encimera de su cocina y con paso apresurado pero sin correr, abrió la puerta de su departamento, encontrado a un Esteban oliendo a nerviosismo, con un ramo de girasoles en mano. El alfa lo miró y por un momento creyó haber visto un destello los ojos de aquel castaño, dirigido a él.

— ¡Fran! Hola... — Habló Esteban, colocando una sonrisa sincera en su rostro al ver a aquel omega tan lindo, provocando en el rubio una sonrisa genuina también — Supe que terminó tu celo, quería ver si estabas bien y darte esto... — El mayor extendió aquel ramo de girasoles, Fran lo miró con incredulidad y su corazón que comenzaba a golpear fuerte contra su pecho — Las vi mientras caminaba a la librería y pensé en ti... Es que cuando sonreís pareces un sol; no, no parecés un sol, vos sos un sol. Y pensé que te gustarían porque son bonitas, en realidad a mi no me gustan pero creí que a ti si porque tú si eres bonito...- Perdón — Dijo el chico, apenado por todo lo tonto que decía.

— ¡No, claro que no! No te disculpés, Kuku, son hermosas — Sonrió Fran, y depositando un beso en la mejilla ajena, agradeció al alfa — Muchas gracias, Tebi.

Esteban se veía tan lindo sonrojado, debería intentar hacer eso más seguido.

— ¿Estás libre ahora? Digo... solo para saber, espera... ¿No olés a quemado? — Dijo el mayor, olfateando aquel extraño olor.

Oh, estaba jodido. Corrió y dejó las flores en la mesita del pequeño comedor, se fue lo más rápido que pudo a la cocina y... ¡oh no, la carne que estaba friendo para su almuerzo estaba carbonizada! Apagó la hornilla rápidamente y soltó un bufido de inconformidad, ¿ahora qué iba a comer?

— ¿Querés ir a almorzar conmigo? — Musitó Esteban, sin pensar mucho en lo que decía — ¡Ah, perdón!

Francisco lo miró y sonrió, ¿habrá alfa tan tierno y lindo como su destinado? No lo creo.

— Dale, pero primero me debo cambiar — El rubio desató su pequeña coletita.

Vio a Esteban asentir y afirmar con un sonido de aprobación.

El castaño vio al Omega desaparecer en su pieza, suspiró. Él no era así de tonto o tímido. Parecía que aquel Omega rubio, que casualmente era su destinado, sacaba una nueva versión de él, un Esteban tímido y dispuesto a hacer cualquier cosa para satisfacer a su lindo vecino. Se encontraba sentado en el sofá del omega cuando notó que algo de movía y rasgaba un poco sus tenis, ¿un hámster? El pequeño roedor lo miraba y lo examinaba con aquellos diminutos ojitos. El castaño no pensó mucho y acercó su mano con lentitud y el hámster lo olió, sonrió a la pequeña mascota pero cuando le quiso acariciar el pelaje; Oliver mordió. Se fue corriendo al cuarto de su dueño. Rió un poco pero con una servilletita de su bolsillo limpió la herida a esperar de nuevo. 

Photographs || Esteban x Francisco (kukufran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora