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Al despertar esa mañana, Astin sintió una mezcla de emociones encontradas. La calidez del cuerpo de Toto junto al suyo despertó recuerdos fragmentados de la noche anterior, provocando un torbellino de pensamientos y sensaciones en su mente. Con cuidado y sin querer perturbar su sueño, se deslizó fuera de la cama, consciente de la delicadeza del momento.

Mientras se vestía con movimientos precisos pero rápidos, Astin reflexionaba sobre lo ocurrido. Sentía una ligera incomodidad, mezclada con una chispa de emoción que no esperaba. Tomó sus cosas con determinación, saliendo de la habitación con cautela. Una vez a solas en su propio espacio, el impulso de limpiarse la invadió. La ducha se convirtió en un refugio donde el agua caliente actuaba no solo para limpiar su piel, sino también para despejar su mente.

Al salir del baño, se vistió con ropa fresca, pero sus pensamientos seguían revueltos. La necesidad de tomar el control de la situación la impulsó a salir rápidamente de su habitación. Decidida, se dirigió hacia la farmacia más cercana en busca de la píldora del día siguiente. Cada paso que daba era una afirmación silenciosa de su determinación por enfrentar las consecuencias de aquella noche con Toto Wolff.

Astin bajó apresurada por la elegante escalera del hotel, sus tacones resonando en el lujoso vestíbulo. Al llegar, se encontró con Lewis y Checo, quienes la recibieron con una mezcla de sorpresa y diversión al verla tan agitada.

- ¿Asda, qué pasa? ¿Te persigue una manada de cholos o qué? -Checo preguntó con una risa juguetona, mientras se acercaba junto a Lewis.

- no se que son los cholos pero no es eso, chicos. Solo necesito ir a la farmacia -respondió Astin con una sonrisa nerviosa, tratando de mantener la compostura frente a sus compañeros de deporte.

- ¿Tampones? ¿Pastillas? ¿Qué necesitas, Asda? -preguntó Checo con una ceja alzada, provocando una risa contenida en Lewis.

- La pastilla del día siguiente, si quieren saberlo -dijo Astin con franqueza, sintiendo cómo el rubor le subía por las mejillas ante la mirada inquisitiva de sus amigos.

- Ah, ahora todo tiene sentido -Lewis intervino con una sonrisa comprensiva-. ¿Pasaste la noche con...?

- Sí, pero ahora mismo necesito resolver esto. Tienen dos segundos para decidir -interrumpió Astin, mirando de reojo hacia el ascensor desde donde emergía Toto. Él la vio y comenzó a acercarse con paso decidido, su expresión seria indicando que tenía algo importante que decir.

Antes de que Toto pudiera llegar a ellos, Lewis actuó rápidamente y rodeó a Astin con un brazo amistoso sobre los hombros.

- Vamos, Astin, debemos salir ahora mismo -dijo Lewis con tono decidido, guiándola hacia la salida del hotel mientras evitaban que Toto los interceptara.

Checo, captando la situación, decidió ayudar.

- Lewis, ¿qué te parece si vamos a desayunar fuera? He oído que hay un lugar genial a unas cuadras de aquí -propuso Checo con entusiasmo, asegurándose de que su voz resonara lo suficiente para que Toto escuchara.

Lewis asintió, jugando el juego.

- Sí, suena bien. Asda, ¿te unes? Necesitamos un buen desayuno después de anoche -dijo con complicidad, mirando a Astin con una sonrisa cómplice.

Astin comprendió el plan y asintió rápidamente.

- Sí, claro. Necesito algo para recuperarme -respondió Astin, agradecida por la rápida improvisación de sus amigos para desviar la atención de Toto.

Mientras caminaban hacia la salida del hotel, Astin se aferraba al brazo de Lewis, sintiéndose aliviada por haber evitado momentáneamente la posible confrontación con su jefe. El bullicio del lobby parecía menos amenazante ahora, sabiendo que tenía a sus amigos dispuestos a protegerla de los ojos inquisitivos del mundo de la Fórmula 1.

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