Hoy desperté con el temor de enfrentar un nuevo comienzo, con el miedo latente de repetidos fracasos y corazones rotos.
Sentía que cargaba con la etiqueta de ser el problema, la villana de una historia mal contada. Todos los días me miraba al espejo y veía reflejada la imagen de alguien que no merecía ser amada, que había sido relegada a un rincón oscuro y frío del mundo.
En un lugar donde el amor se había vuelto una moneda de cambio, un acto insignificante y vacío, mis expectativas se desmoronaban con cada amanecer.
Pero entonces llegaste tú, como un rayo de luz en medio de la penumbra.
Tu presencia transformó cada uno de mis miedos en esperanza y cada una de mis lágrimas en sonrisas. Con tus palabras y tus gestos, me hiciste ver que no era la mala de la historia, sino una protagonista incomprendida.
Me enseñaste que el amor no es una batalla perdida, sino un refugio seguro donde las almas se encuentran y sanan donde no ahí barreras ni condiciones.
Has cambiado mi perspectiva del mundo y me has mostrado que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una chispa de luz esperando a ser descubierta.
Hoy ya no temo comenzar de nuevo, porque sé que contigo a mi lado, cualquier desafío se convierte en una oportunidad para crecer y amar más profundamente.