Capítulo 22.

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El sol brillaba con una intensidad suave, arrojando su luz dorada a través de las ventanas del apartamento de Alexander. La mañana después de su noche juntos, Sophie y Alexander se encontraron en la cocina, preparando un desayuno improvisado. El ambiente era tranquilo, casi solemne, pero cargado de una nueva y sutil complicidad.

-¿Cómo te sientes esta mañana?- preguntó Alexander mientras cortaba frutas frescas y las colocaba en un plato.

-Un poco confundida, pero bien- Sophie se permitió una pequeña sonrisa mientras se servía una taza de café. -No puedo evitar pensar en todo lo que ha cambiado en tan poco tiempo-

Alexander asintió, entendiendo perfectamente. Habían cruzado una línea importante la noche anterior, una línea que había redefinido su relación de una manera fundamental. Había un entendimiento tácito entre ellos, una comprensión de que lo que compartían ahora iba más allá de cualquier atracción superficial o rivalidad profesional.

-Sophie, creo que deberíamos hablar sobre nosotros- dijo Alexander, su tono serio pero lleno de una delicada esperanza.

Sophie lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de incertidumbre y determinación. -Estoy de acuerdo. No quiero apresurar nada, pero tampoco quiero que esto quede en el aire.

-Entonces, tomémoslo con calma. No necesitamos hacer anuncios públicos ni cambiar radicalmente nuestras vidas. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que lo que siento por ti es real.

Sophie asintió lentamente, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado antes. -También siento lo mismo, Alexander. No estoy acostumbrada a esto, pero quiero intentarlo. Quiero ver a dónde nos lleva.

-Entonces, estamos oficialmente juntos- Alexander sonrió, una sonrisa que era más que una simple expresión de alegría. Era una promesa, una declaración de compromiso silencioso.

Pasaron el día juntos, disfrutando de la simple compañía del otro sin la presión de definir cada momento. Fueron al mercado local, pasearon por las calles empedradas de la ciudad y hablaron de todo y de nada. La conexión entre ellos se sentía natural, desprovista de la tensión que había caracterizado sus interacciones anteriores.

Más tarde, se encontraron en un pequeño café, uno de esos lugares ocultos que solo los lugareños conocían. El ambiente era acogedor, con mesas de madera desgastada y una suave melodía de jazz flotando en el aire. Sophie se sintió relajada, casi despreocupada, algo que rara vez experimentaba.

-¿Sabes? Nunca pensé que terminaríamos aquí, juntos, de esta manera- comentó Sophie mientras removía su café.

-La vida tiene una forma extraña de sorprendernos. A veces, las mejores cosas son las que no planeamos.

Sophie se permitió una risa suave. -Tienes razón. Y aunque no estoy acostumbrada a no tener control, me gusta la idea de ver qué sucede.

Mientras el día avanzaba, Alexander la llevó a uno de sus lugares favoritos en la ciudad: un pequeño parque escondido detrás de una serie de edificios antiguos. El parque estaba lleno de árboles frondosos y flores coloridas, un oasis de tranquilidad en medio del bullicio urbano.

-Este lugar es hermoso- comentó Sophie mientras caminaban por el sendero cubierto de hojas.

-Es uno de mis refugios. Vengo aquí cuando necesito pensar o simplemente escapar por un rato.

Se sentaron en un banco bajo la sombra de un árbol, disfrutando de la serenidad del lugar. Sophie se dio cuenta de que nunca había visto esta faceta de Alexander, la parte de él que buscaba la paz y la contemplación.

-Gracias por traerme aquí- le agradeció, su voz suave y sincera.

-Quería compartirlo contigo. Hay algo en este lugar que siempre me ha dado claridad, y pensé que quizás te haría sentir lo mismo.

Sophie lo miró, sintiendo una conexión más profunda de lo que había imaginado. Era como si cada momento que pasaban juntos desnudara una capa más de sus corazones, revelando partes de sí mismos que habían mantenido ocultas durante mucho tiempo.

-Alexander, quiero que sepas que estoy aquí para ti también. No sé qué nos deparará el futuro, pero estoy dispuesta a descubrirlo contigo.

-Eso significa mucho para mí, Sophie. Y lo mismo va para ti. Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos.

Se quedaron en el parque hasta que el sol comenzó a ponerse, las sombras alargándose y el aire enfriándose ligeramente. La ciudad comenzaba a iluminarse con luces suaves, creando un ambiente mágico que parecía hecho a medida para ellos.

De regreso al apartamento de Alexander, la sensación de calma y claridad se mantuvo. Se sentaron en el sofá, con las luces tenues y una música suave en el fondo. La atmósfera era íntima y reconfortante, un contraste marcado con la intensidad de la noche anterior.

-¿Qué piensas hacer mañana?- preguntó Sophie, curiosa por los planes de Alexander.

-Tengo que terminar una pintura para una próxima exposición, pero después de eso, no tengo planes. ¿Te gustaría hacer algo juntos?.

-Me encantaría. Quizás podríamos ir a algún lugar nuevo, explorar un poco más de la ciudad.

-Me parece una idea perfecta.

Había una facilidad en su conversación, una comodidad que venía de conocer y aceptar al otro en toda su complejidad. Sophie se sentía más ligera, más libre, como si una carga invisible hubiera sido levantada de sus hombros.

La noche avanzó, y eventualmente Sophie decidió que era hora de regresar a su propio apartamento. Alexander insistió en acompañarla, y caminaron juntos por las calles iluminadas por farolas, hablando en susurros y riendo suavemente.

Al llegar a la puerta de su edificio, Sophie se volvió hacia Alexander, su corazón latiendo con fuerza. -Gracias por todo hoy. Ha sido... perfecto.

-Para mí también lo ha sido. Buenas noches, Sophie.

Se abrazaron, un abrazo que llevaba consigo promesas no dichas y un entendimiento tácito. Cuando finalmente se separaron, Sophie sintió una mezcla de emociones, desde la alegría hasta la expectación por lo que vendría.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Sophie reflexionó sobre todo lo que había sucedido. Se sentía más segura y más abierta a la posibilidad de un futuro con Alexander. Aunque todavía había muchas cosas por resolver y desafíos por enfrentar, sabía que estaban en el camino correcto.

Alexander, por su parte, se quedó despierto hasta tarde, trabajando en su pintura pero con la mente llena de pensamientos sobre Sophie. Había algo en ella que lo hacía querer ser mejor, querer explorar cada rincón de su relación y descubrir todas las maravillas que tenían por delante.

Cuando finalmente se acostó, una sensación de paz lo envolvió. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía completo, como si hubiera encontrado una pieza esencial que había estado faltando en su vida. Sophie era esa pieza, y estaba decidido a hacer todo lo posible para construir algo hermoso y duradero con ella.

El amanecer trajo consigo nuevas posibilidades, y ambos se despertaron con una renovada determinación. Sabían que su relación aún estaba en sus primeros pasos, pero estaban dispuestos a caminar juntos, sin prisa pero sin pausa, disfrutando de cada momento y enfrentando cada desafío con la fuerza de su mutuo afecto.

Alexander y Sophie estaban preparados para lo que viniera, sabiendo que, aunque el camino no sería fácil, valdría la pena cada paso. Habían encontrado algo raro y precioso, y ambos estaban comprometidos a cuidarlo y hacerlo crecer, día tras día, con paciencia, amor y comprensión.































....Ya quisiera tener yo esas hermosas citas, esos lugares maravillosos que visitar, aquellos restaurantes y parques con exquisito ambiente... pero bueno, aquí en latinoamérica no hay mucho que disfrutar, y en caso de que lo haya, no todos podemos darnos ese "lujo".

Nárrame, brevemente, algún lugar, al que hayas ido, y quisieras regresar, de lo bien que te sentiste allí.

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