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Suzuka 2014

fue una mezcla de emociones y tensiones en el paddock de la Fórmula 1. Astin Bianchi y Toto Wolff habían consolidado una relación cercana y profesional, una conexión que, aunque había suscitado ciertas reservas al principio, ganaba aceptación entre los pilotos y el equipo. Jules, el hermano mayor de Astin, inicialmente no había estado tan contento con la idea de Toto saliendo con su hermana menor, pero con el tiempo, incluso él comenzó a aceptarlo.

Mientras los pilotos se preparaban para la carrera, Lewis Hamilton y Astin Bianchi estaban concentrados en sus respectivos calentamientos. Toto Wolff se acercó con una sonrisa, deseándoles suerte a ambos.

—Espero verlos en el podio hoy —dijo Toto, con una nota de confianza en su voz.

Lewis respondió con su característico sentido del humor:

—Prometo hacer lo posible por estar en el podio, yo en el primer lugar y Astin justo detrás de mí.

Astin, juguetona como siempre, agregó con una sonrisa desafiante:

—Oh no, yo estaré en primer lugar esta vez.

Toto los miró a ambos con complicidad.

—Lo que sea, pero quiero verlos en el podio. Y Lewis, queda prohibido convencer a mi chica de celebrar sin camiseta —añadió con tono autoritario, aunque con un destello de humor.

Lewis respondió con un gesto militar divertido, mientras Astin reía ante la situación.

—¡Qué aburrido! Yo quería quitarme la camiseta después de la carrera —se quejó Astin con un puchero juguetón.

En ese momento, Jules se acercó con una sonrisa socarrona, mirando a Toto con complicidad.

—¿Ya te acostumbraste a ser el guardián de Astin, Toto? —preguntó Jules, bromeando.

Toto asintió con una sonrisa tranquila.

—Algo así. Pero ella se las arregla bastante bien por sí misma, ¿verdad, Astin?

Astin asintió, mirando a su hermano con afecto.

—No te preocupes, Jules. Toto solo está intentando evitar que hagamos un espectáculo después de la carrera —respondió Astin con una risa suave.

Jules sonrió y miró a su hermana con orgullo.

—Sabes que siempre estoy aquí para apoyarte, Astin. Solo asegúrate de mantener esa promesa de estar en el podio hoy. No me gustaría tener que consolarte si no lo logras —añadió con una mirada juguetona hacia Astin.

Ella asintió con determinación.

—No te preocupes, Jules. Hoy será nuestro día.

La complicidad entre hermanos era evidente, una mezcla de rivalidad amistosa y apoyo incondicional que caracterizaba su relación. Astin sabía que podía contar con Jules no solo como su hermano, sino como su mayor defensor en las pistas y fuera de ellas.

—Recuerda mantener la cabeza fría en la primera curva, Astin. No te dejes llevar por las maniobras agresivas de los demás —aconsejó Jules, colocando una mano reconfortante en el hombro de su hermana menor.

Astin asintió, agradecida por el apoyo de su hermano.

—Lo tengo en cuenta, Jules. Gracias por estar siempre ahí.

Jules sonrió, su expresión mezclando orgullo y preocupación fraternal.

—Eres una Bianchi, Astin. Siempre has tenido el talento y la determinación para brillar en la pista. Hoy no será diferente. Hazlo por ti misma y por papá.

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