Los pilotos de la parrilla rodearon a Astin con determinación, formando un escudo humano que bloqueaba las cámaras y las miradas indiscretas. Con paso firme y decidido, Lewis Hamilton lideró el camino, llevando a Astin lejos del bullicio del pitlane hacia una zona más tranquila y apartada.
—Vamos a encontrar un lugar donde puedas estar tranquila, Astin —dijo Lewis, su tono suave y tranquilizador mientras guiaba a la joven hacia un refugio temporal de la atención mediática.
Sebastian Vettel y Fernando Alonso siguieron de cerca, asegurándose de que nadie intentara seguirlos o perturbar el momento de privacidad que Astin tanto necesitaba en ese momento de profundo dolor.
—Aquí estaremos bien. Nadie te molestará aquí —aseguró Fernando, señalando una pequeña área fuera de la vista de las cámaras y los espectadores, donde Astin podría desahogarse y procesar la tragedia sin la presión del público.
Daniel Ricciardo se acercó con una botella de agua y un pañuelo, ofreciéndoselos con una sonrisa cálida y un gesto de apoyo silencioso. Kimi Räikkönen permaneció a una distancia respetuosa, pero con la mirada atenta y comprensiva, mostrando su solidaridad de una manera característicamente serena.
—Tómate tu tiempo, Astin. Estamos aquí para lo que necesites —dijo Daniel con gentileza, dejando los objetos a su alcance antes de retirarse discretamente con los demás pilotos para darle espacio.
Astin se dejó caer en un banco cercano, abrumada por las emociones que la embargaban. Las lágrimas fluían libremente ahora, liberando el dolor acumulado y la tristeza abrumadora por la incertidumbre sobre el estado de su amado hermano.
—Jules... —susurró Astin entre sollozos, su voz apenas audible mientras se cubría el rostro con las manos. El dolor era como una presión en su pecho, difícil de soportar pero compartido por los pilotos que la rodeaban con respeto y comprensión.
Mientras tanto, en el pitlane, el murmullo de voces se desvanecía lentamente mientras los pilotos mantenían su postura protectora, conscientes de que el espectáculo debía detenerse ante el sufrimiento humano que los rodeaba.
Luego de asegurarse de que Astin estuviera en un lugar más privado y tranquilo, Toto Wolff observó desde la distancia con una mezcla de dolor y preocupación profunda. Ver a Astin en ese estado desgarrador era una prueba de la vulnerabilidad humana incluso para alguien tan acostumbrado al mundo implacable de la Fórmula 1. Se acercó lentamente, con paso mesurado, sintiendo el peso del deber de consolarla en un momento tan angustiante.
—Astin, cariño... —murmuró Toto con voz suave y afectuosa mientras se sentaba a su lado, colocando una mano con ternura sobre su hombro. Sus propias emociones estaban a flor de piel, pero debía mantener la calma para brindarle el apoyo que tanto necesitaba.
—Toto... —susurró Astin, mirándolo con ojos llenos de dolor y desesperación. La cercanía y el afecto de Toto le brindaron un pequeño consuelo en medio del caos emocional.
Mientras tanto, Lewis Hamilton observaba a su mejor amiga con el corazón hecho pedazos. Ver a Astin tan devastada le recordaba lo frágil que podía ser la vida, incluso para aquellos que vivían al límite en cada carrera. Se sentó a su lado, dejando que el silencio entre ellos hablara más que cualquier palabra en ese momento de profunda tristeza.
—Estoy aquí para ti, Astin. Siempre estaré aquí —dijo Lewis con voz suave pero firme, su mano encontrando la de ella en un gesto de apoyo inquebrantable.
Astin asintió débilmente, sintiendo el calor reconfortante de la amistad verdadera en medio de la tormenta emocional que la envolvía. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose sentir el amor y el consuelo que Toto y Lewis le ofrecían mientras luchaba por aceptar la dura realidad del estado de su hermano.
ESTÁS LEYENDO
VÉRTIGO
FanfictionAstin Celin Dara Bianchi, la prometedora hermana menor de Jules Bianchi, ha crecido con una pasión inquebrantable por las carreras. A sus 19 años, en 2013, atrapa la atención del renombrado Toger Christian "Toto" Wolff, director de un equipo de Fórm...