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Londres, Inglaterra
RAFAELA

Resoplo inconforme mientras vuelvo a posar como dice el fotógrafo. Puedo escuchar sus indicaciones, pero no puedo seguirlas al pie de lo que dicta.

Mauro finalmente lo nota y baja la cámara con un bufido largo.

—Estás dispersa —dice. Yo sólo echo la cabeza hacia atrás y suspiro con cansancio —. Rafa, estás dispersa.

—Ya sé.

—¿Estás consciente de que tenemos que mandar las fotos para pasado mañana? Es una colección entera —hago una mueca al escuchar lo que dice y me tapo la cara con las manos. Luego, vuelvo a mirarlo y me encojo de hombros.

—No dormí muy bien ayer, tengo un sueño que te morís —le comento mientras camino hasta la mesa, en donde estaba mi botella de agua. Lo miro mientras bebo.

—No sabía que eras tan fanática del Chelsea —se ríe, pero yo bajo mi botella, confundida —. Me dijeron que ayer estabas viendo el partido contra el Fulham, por lo que sé empataron —explica.

Yo asiento cuando vuelvo a mi lugar.

—Igual no es por eso, el partido fue lo de menos —le hago una seña para que vuelva a levantar la cámara —. Pasaron cosas que me dejaron con pesadillas, te juro.

La imagen de Enzo vuelve a mi cabeza. No, no Enzo. La notificación de Enzo.

Es que encima no podía creer que se le había ocurrido empezarme a seguir justo al lado mío, mientras él hablaba de lo más normal con Joao. No lo tenía bloqueado desde hace más o menos dos años, pero no esperaba que me volviera a seguir tan así de la nada.

Si no dormí, fue por estar pensando en el por qué lo había hecho. ¿No debería estar enojado conmigo? Odiándome, capaz. Pero no, estaba intentando acercarse cada vez más a mí y con eso, también estaba cerca de romper esa barrera que yo misma había forjado desde mi llegada a Londres.

Enzo era un recordatorio constante de lo que fui hace cinco años.

Igual tuve auto control, no me había metido a stalkearlo.

Me estaba matando la curiosidad.

—¿Tan mal estuvo? Ví fotos con Joao y parecían estar bien.

Me muerdo la pielcita del labio mientras veo a Mauro arreglar el lente de la cámara para continuar el trabajo. En la mañana me había metido a Twitter para chusmear, y al poquito tiempo después me encontré una foto de ambos. Por suerte no mal interpretaron nada, yo ni siquiera toqué a Jo durante el partido.

—Y sí, estuvo bien —le digo, continuando con el tema —. Si no es Joao lo que me tuvo así, se portó re lindo conmigo. Vos sabes cómo es él.

Mauro asiente con una risita.

—Es un amor contigo —se acomoda —. La verdad a mi me gustaría tener una amistad como la que tienen ustedes.

Bufo con alivio.

Bueno, por lo menos nadie estaba diciendo algo más de nosotros. Si se quedaba así, para mí y para él era excelente. Mejor que todo Londres piense que somos amigos.

AFTER HOURS | Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora