Caminé aquel día con tranquilidad, estaba teniendo muchos problemas para concentrarme en los últimos días, por lo que creí que tomar un poco de frescor mañanero podría venirme mejor que bien.
Caminé tranquila con mi café en la mano y la mochila colgando de mi espalda, eran las 8:00 y yo entraba a clases a las 9.
Me bastaba únicamente con 15 minutos para llegar hasta el instituto, pero hoy, iba a tardar al menos una hora en llegar.
A lo largo de mi caminata mi cabeza se repletó de pensamientos, estuve intentando por todas las formas ignorar todo lo que pasaba a mi alrededor, empresarios corriendo hacia su trabajo, niños con sus madres, señores mayores ya sentados en los bancos... Lo cual no se me hizo difícil, en realidad.
Intentaba concentrarme en mis pensamientos, los cuales en el fondo no tenían mucho que ver con mi problema, de repente se me ocurrió la idea, le preguntaría a Jeremías, seguro que él iba a poder ayudarme mejor que nadie.
Él apareció en uno de los peores momentos de mi vida y desde entonces era como un hermano mayor, como un padre. Siempre me había dado todo tipo de consejos y siempre daba los mejores.
Caminé feliz hacia la universidad una vez se acercaba la hora de entrada, con ganas de que fuera más tarde para poder ir a verle, con suerte él le daría muy buenos consejos y podría distraerse un poco más.
Las clases transcurrieron tranquilas, tuve la suerte de únicamente tener que ir cuatro horas y no a seis u ocho, por lo que no estaba nada cansada al finalizar; y lo mejor de todo, podría hacer la comida tras salir y comer con tranquilidad, pues, había acabado temprano.
Mientras caminaba hacia casa de vuelta, decidí llamarle, sin importarme mucho si es que él estaba trabajando o cualquier otra cosa.
Él cogió la llamada.
—¿Sí?─ Dijo el hombre.
—Hola Jeremías, soy Bella, ¿cómo estás?─ preguntó ella.
─Oh Bella, que gusto me da escucharte, todo bien, ¿y tú? ¿Pasa algo?—
─Oh, yo estoy bien y no, no te preocupes, te llamaba para preguntarte si podría ir esta tarde a tu casa, digo, quiero pedirte consejo con algunas cosas.─
─Oh por supuesto, ven a la hora que quieras, supongo que estaré allí, tengo que seguir trabajando, nos vemos más tarde.─
─Nos vemos luego, adiós.─ Dije antes de que él colgara la llamada.
Había sido una conversación corta, pero era lo suficientemente larga como para poder ir a contarle todo lo que le sucedía. No era algo demasiado preocupante ... Bueno, si mis notas empezaban a bajar, se convertiría en algo preocupante, especialmente para mi, que no quería volver a tener que repetir curso.
Pasaron las horas, ya eran las 18:30 y decidí llamar finalmente a un taxi, la casa de Jeremías me caía algo lejos, por lo que era inevitable.
El trayecto hasta su casa fue corto, cosa de 10 o 15 minutos. Llevaba en mis manos un pequeño táper cubierto en una especie de mantel de cuadros rojos y blancos, había hecho algunas galletas sabiendo lo mucho que a él le gustaba tomar café.
Toqué al timbre y esperé a que él me abriera y como era de normal, nadie salió a la puerta para abrirla, pero me abrieron, era una puerta.
Había un jardín de tamaño mediano, más bien grande, en la entrada, a la izquierda la pequeña carretera de piedras hasta la puerta y a la derecha los jardines, había que caminar un rato hasta llegar a la puerta y lo hice con gran felicidad, ensimismada disfrutando de los preciosos jardines que Jere tenía, repletos de hermosas flores y arbustos llenos de frutos.
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Cicatrices de un corazón roto.
RomanceBella, una joven estudiante con problemas de concentración, busca consejo en su amigo Jeremías. Sin embargo, un giro inesperado ocurre cuando conoce a Alastor Snowtter, un médico que regresa de Rusia y se convierte en un apoyo inesperado para Bella...