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— El jefe te está esperando. Buena suerte.

Fang le dio a la secretaria una leve sonrisa antes de abrir la puerta y entrar.

Había muy pocas cosas que a Fang le disgustaran tanto como que lo llamaran a la oficina de su jefe. Como jefe de departamento, lo veía con más frecuencia que el empleado promedio, pero ser llamado inesperadamente a la oficina de Leon nunca fue una buena señal. Afortunadamente, no había sucedido tan a menudo en los años que había trabajado para la empresa.

Fang se detuvo, manteniendo su comportamiento formal mientras Leon lo miraba desde el otro lado del escritorio.

— Siéntate. —dijo Leon concisamente.

Fang nunca se tomo personal lo estricto que podría ser su jefe. Los modales bruscos y duros de Leon eran bastante legendarios. 

Fang se sentó en una de las sillas.

— ¿Quería verme, señor? — Fang era solo un año mayor que él, treinta y tres, pero su sola presencia parecía exigir respeto, por lo que no era tan desagradable tener que dirigirse a su compañero como señor. Leon tenía empleados que le doblaban la edad y se dirigían a él de esa manera.

Su jefe lo miró por un momento, sus ojos negros bastante desconcertantes, analizándolo de una manera incomoda.

— Necesito tu ayuda.

Fang parpadeó sorprendido. Hasta ahora, había estado seguro de que esas palabras no estaban en el vocabulario de su jefe.

— Por supuesto. ¿Cómo puedo ayudar?

Ferrara cruzó las manos sobre el escritorio, su expresión aguda y evaluadora.

Encontrando su mirada con calma, Fang se mantuvo quieto mientras el silencio se extendía. Se negó a dejar que Leon lo intimidara tan fácilmente.

— Es posible que hayas oído hablar del incidente que sucedió hace tres días. —dijo Leon por fin.

Fang enarcó las cejas. ¿Incidente? ¿Era así como Leon llamaba a un intento de asesinato? Toda la compañía había estado llena de especulaciones desde que alguien le disparó a Leon. La bala solo logró rozarle la cabeza, pero todavía hubo mucha sangre y, sin embargo, Leon volvió al trabajo al día siguiente como si nada hubiera pasado. El hombre realmente era un adicto al trabajo.

— Lo he oído. —dijo Fang secamente. No creía que hubiera nadie en Boston que no hubiera oído hablar de eso. Leon era uno de los empresarios más exitosos de la ciudad. No ayudaba que se rumoreara que tenía vínculos familiares con la mafia italiana, el rumor que había estado circulando durante años y que volvía a ser un tema candente.

— Lo que no sabes es que fue el tercer atentado contra mi vida este mes. —dijo Leon, su tono suave, como si estuviera hablando del clima.

¿Tercer?

Leon se pellizcó el puente de la nariz y se reclinó en su silla.

— Hay más. —dijo con evidente desgana. — Ha habido un intento de secuestro a Sandy.

Fang frunció el ceño. Era ampliamente conocido en la empresa que Sandy era el amante de Leon. Había sido objeto de muchos chismes el año pasado. Aunque la confraternización en la empresa estaba mal vista, no estaba prohibida siempre que no fuera dentro del mismo departamento. La gente todavía chismeaba, por supuesto. Mucha gente no estuvo de acuerdo, considerando que Sandy había sido asistente personal de Leon antes de que lo transfirieran al departamento de Fang para trabajar como diseñador de niveles. Personalmente, a Fang no le importaba una mierda. Sandy era un buen desarrollador e hizo el trabajo. A Fang no le importaba si Sandy también estaba chupando la polla de su jefe.

Indiferente ♥︎ BustangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora