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Levanto la vista sorprendida cuando Yeontan  anuncia que Akshay Singh está en la recepción solicitando una reunión. ¿Qué podría querer?
Considerando quién es él, no puedo simplemente rechazarlo.  Tengo la sensación de que simplemente intentaría buscar a mi esposa si hiciera eso, y aunque ella ha estado actuando fuerte, sé que saber que su papá no es su papá biológico puso su mundo de cabeza.

―Envíalo arriba.

Bea y sus papás parecen haber optado por ignorar por completo la existencia de Akshay, fingiendo que nada cambió entre ellos, pero sé
que él ha estado en la mente de mi esposa. Lo buscó varias veces y sé que le pidió a Yeontan que buscara su número de teléfono, ya que no quería pedírselo a su mamá. Puede que ahora no esté lista para enfrentarlo, pero no creo que lo haya descartado por completo.

―Taehyung―dice, sonriendo.
—Es un gusto verte.

Él mira alrededor de mi oficina, con una especie de entusiasmo familiar en sus ojos, y mi corazón se hunde. Conozco esa mirada. Ha pasado un tiempo desde la última vez que la vi, ya que ni Bea ni sus papás poseen ni una pizca de codicia o interés, a pesar de que no hay nada que yo no haría por ellos. Akshay sonríe mientras se sienta en una de las dos sillas al otro extremo de mi escritorio y yo levanto una ceja.

―¿Qué te trae aquí hoy?

Se cruza de brazos y se recuesta en su asiento, su sonrisa se desvanece.

―Esa es una manera tremendamente fría de hablarle a tu suegro ―dice, sonando disgustado, como si realmente pensara que tiene derecho a reprenderme. Ni siquiera Suno me hablaría jamás de esa manera, y él es la única figura paterna en mi vida que alguna vez se saldría con la suya.

Sonrío cortésmente.

―Nunca sería descortés con mi suegro ―le digo, lo que hace que se anime un poco.
—A ti, por otro lado, te hablaré como quiera. ¿Qué quieres?

―Muy bien ―dice, antes de meter la mano dentro de su saco y entregarme una pila de papeles junto con un par de fotografías de Bea
y yo, tomadas en el hospital.
—Lo que quiero es que me pagues.

Este hijo de puta.

―Sí, no lo creo ―le digo, con una profunda rabia hirviendo debajo de la superficie. Está jodidamente loco si cree que alguna vez dejaré que lastime a mi esposa. Lo haré desaparecer antes de permitirle hacer algo que la moleste.

Él sonríe e inclina la cabeza hacia los papeles en mi escritorio.

―Echa un vistazo a lo que sucede si no lo
haces. ―Extiende sus brazos sobre su reposabrazos, pareciendo demasiado jodidamente relajado para un hombre al que estoy a punto de joder.

LA PROMETIDA SECRETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora