Capítulo 85: Viaje de Ensueño

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Después del éxito y la emoción de su proyecto comunitario, Elena y Alexia decidieron que era el momento perfecto para tomarse un merecido descanso y disfrutar de unas vacaciones en familia. Querían un lugar donde pudieran relajarse, alejarse de sus responsabilidades diarias y crear recuerdos inolvidables con su hija Isabella. Optaron por un destino exótico y paradisíaco que ya conocían y amaban: las Islas Maldivas.

Los días previos al viaje estuvieron llenos de entusiasmo y preparativos. Elena y Alexia se aseguraron de que todo estuviera en orden en el centro comunitario y sus trabajos antes de partir. También hicieron una lista detallada de todo lo que necesitarían para su viaje, asegurándose de no olvidar nada esencial para Isabella.

"¿Crees que necesitamos llevar tantos juguetes?" preguntó Alexia mientras intentaba cerrar una maleta que parecía a punto de estallar.

"Isabella los necesita para mantenerse entretenida durante el vuelo y también en la playa," respondió Elena, sonriendo. "Es mejor estar preparadas, amor."

Isabella, con su energía contagiosa, corría por la casa, emocionada por la idea de volar en avión y visitar un lugar nuevo. "¡Vamos a la playa, mamá! ¡Quiero ver los peces!" gritaba mientras intentaba meter su peluche favorito en la maleta de Alexia.

El vuelo a las Maldivas fue largo, pero afortunadamente, Isabella se comportó maravillosamente. Las azafatas quedaron encantadas con su dulzura y le regalaron pequeños recuerdos del avión. Cuando finalmente aterrizaron, el calor tropical y la brisa marina las recibieron con los brazos abiertos.

El hotel que habían elegido era un resort de lujo ubicado en una isla privada. Les dieron la bienvenida con collares de flores y bebidas refrescantes mientras eran conducidas a su villa sobre el agua. La villa era un sueño hecho realidad: tenía una terraza privada con acceso directo a la laguna azul y una vista panorámica del océano.

"Esto es absolutamente impresionante," dijo Alexia mientras dejaba las maletas y se asomaba al balcón. "No puedo creer que finalmente estemos aquí."

Elena asintió, abrazando a Isabella. "Es perfecto. Estoy tan feliz de que podamos compartir esto como familia."

Los días en las Maldivas estaban llenos de actividades y aventuras. Cada mañana, Isabella se despertaba temprano, ansiosa por comenzar el día en la playa. Las tres pasaban horas jugando en la arena, construyendo castillos y recolectando conchas.

Una mañana, mientras buceaban en las aguas cristalinas, Alexia señaló un grupo de peces de colores que nadaban a su alrededor. "¡Mira, Isabella! ¿Ves los peces?"

Isabella, con sus pequeñas gafas de buceo, chapoteaba emocionada. "¡Sí, mamá! ¡Son tan bonitos!"

Elena y Alexia se turnaban para enseñar a Isabella a nadar. La pequeña se mostró intrépida, chapoteando con sus brazos y piernas, mientras sus madres la alentaban. "¡Eres una sirena, Isabella!" exclamó Elena, riendo mientras Isabella nadaba hacia ella.

Por las tardes, exploraban la isla, paseando por senderos bordeados de palmeras y descubriendo pequeñas lagunas escondidas. También participaron en una excursión de esnórquel, donde pudieron ver tortugas marinas y mantarrayas. Isabella estaba fascinada por la vida marina y no dejaba de hacer preguntas.

Una noche, el resort organizó una cena especial para Elena y Alexia en la playa. Isabella se quedó con una niñera del hotel, permitiendo que sus madres tuvieran un momento romántico a solas. La cena fue un banquete de mariscos frescos, con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla como telón de fondo.

"Esto es exactamente lo que necesitábamos," dijo Alexia, tomando la mano de Elena. "Un momento para nosotras dos, para relajarnos y disfrutar de nuestro amor."

Elena asintió, sus ojos brillando a la luz de las velas. "Sí, es perfecto. Estoy tan agradecida de tenerte a mi lado, Alexia. No podría pedir una vida mejor."

A pesar de lo maravilloso que estaba siendo el viaje, Elena comenzó a sentirse extrañamente fatigada. Todo comenzó una mañana, después de un día particularmente activo en la playa. Mientras desayunaban en la terraza de su villa, Elena sintió una repentina oleada de náuseas.

"¿Estás bien, amor?" preguntó Alexia, notando la palidez de Elena.

"Sí, solo me siento un poco mareada," respondió Elena, tratando de sonar despreocupada. "Debe ser algo que comí."

Alexia frunció el ceño, preocupada. "Tal vez deberías descansar hoy. No quiero que te enfermes."

Elena asintió y decidió quedarse en la villa mientras Alexia e Isabella exploraban la isla, pero siempre mantenidose en contacto con Elena para ver como estaba. Sin embargo, a lo largo del día, el malestar persistió. Aunque trató de disimular su preocupación, no pudo evitar sentirse inquieta.

A pesar del malestar ocasional de Elena, la familia continuó disfrutando de su tiempo en las Maldivas. Alexia se aseguraba de que Elena descansara cuando lo necesitaba, mientras ella e Isabella se aventuraban a explorar más de la isla.

Un día, participaron en una clase de cocina donde aprendieron a preparar platos tradicionales maldivos. Isabella se divirtió especialmente, ensuciándose con los ingredientes mientras intentaba imitar a los chefs. "¡Mira, mamá! Estoy cocinando," dijo orgullosa, mostrando su pequeño platillo a Elena.

Otra tarde, asistieron a una ceremonia local en la que los habitantes de la isla realizaban danzas tradicionales y música en vivo. Isabella se unió a los bailarines, moviéndose con alegría al ritmo de los tambores.

"Es increíble ver cuánta energía tiene," dijo Elena, riendo mientras observaba a su hija.

"Definitivamente saca lo mejor de nosotras," agregó Alexia, abrazando a Elena.

Una noche, después de que Isabella se quedó dormida, Elena y Alexia se sentaron juntas en la playa, contemplando las estrellas. La brisa nocturna era suave y refrescante, y el sonido de las olas proporcionaba un fondo relajante.

"Este lugar es mágico," dijo Alexia, mirando el cielo estrellado. "Me hace darme cuenta de lo afortunadas que somos."

Elena asintió, apoyando su cabeza en el hombro de Alexia. "Sí, es un recordatorio de lo que realmente importa. Nuestra familia, nuestro amor. Todo lo que hemos construido juntas."

"Y lo que aún nos queda por construir," agregó Alexia. "Estoy emocionada por el futuro, por todo lo que aún tenemos por vivir y experimentar juntas."

Ecos de Amor  - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora