Capítulo Quince

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Iguro y Mitsuri regresaron apresuradamente al grupo, encontrando a Sanemi y Shinobu todavía asimilando la noticia de los gemelos

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Iguro y Mitsuri regresaron apresuradamente al grupo, encontrando a Sanemi y Shinobu todavía asimilando la noticia de los gemelos. La felicidad de los futuros padres fue rápidamente reemplazada por preocupación al ver las expresiones graves de sus amigos.

─Tenemos que hablar, y no hay tiempo que perder ─dijo Iguro con urgencia, mirando a todos en el grupo.

Sanemi frunció el ceño. ─¿Qué pasó? ¿Encontraron algo?

Mitsuri asintió, sus ojos llenos de miedo. ─Descubrimos que los militares están alimentando a los zombies con la gente del campamento. Están eligiendo a personas al azar para mantenerlos controlados. No estamos seguros aquí.

El grupo se quedó en silencio, procesando la aterradora información. Sanemi apretó los puños, su mente ya trabajando en un plan de escape. No podían quedarse allí ni un momento más.

─Tenemos que irnos, ahora ─dijo Sanemi finalmente─. Todos al auto, tomemos lo esencial y vámonos antes de que nos descubran.

Rápidamente, el grupo empacó sus pertenencias y se dirigió al auto en silencio, conscientes del peligro inminente. Sanemi ayudó a Shinobu a entrar en el maletero del auto, cuidando de su vientre ya notoriamente redondeado por los gemelos.

En la oscuridad de la madrugada, el grupo salió del campamento militar, con Iguro al volante y el corazón latiendo a mil por hora. Shinobu, aunque agitada por la carrera, trató de mantener la calma por el bien de los bebés.

─Estoy bien, Sanemi ─dijo con una débil sonrisa─. Solo un poco agitada, pero los bebés están bien.

Sanemi la abrazó con suavidad, tratando de calmarla. ─Vamos a estar bien. Vamos a encontrar un lugar seguro, lo prometo.

Durante los días siguientes, el grupo vagó sin rumbo, sin saber a dónde ir. La comida y el agua empezaban a escasear, y la moral estaba baja. Fue entonces cuando, mientras sintonizaban una estación de radio, escucharon un mensaje de esperanza.

─Atención a todos los sobrevivientes. Hay refugios seguros en los Estados Unidos. Si pueden llegar a la costa y encontrar un barco, serán rescatados y llevados a un lugar seguro. Mantengan la esperanza y sigan luchando.

Sanemi apagó la radio, su mente ya trabajando en un plan. ─Tenemos que llegar a la costa. Es nuestra mejor oportunidad de sobrevivir y de mantener a salvo a Shinobu y a los gemelos.

El grupo asintió, sintiendo una nueva ola de esperanza. No sabían cuánto tiempo les tomaría llegar a la costa ni qué peligros encontrarían en el camino, pero tenían un objetivo claro y una razón poderosa para seguir adelante.

Con determinación renovada, pusieron en marcha el auto, dirigiéndose hacia el oeste, hacia la costa. El viaje sería largo y lleno de desafíos, pero mientras estuvieran juntos, sabían que podrían superar cualquier obstáculo. Para Sanemi, Shinobu y el resto del grupo, la promesa de un refugio seguro en los Estados Unidos era la luz al final del túnel oscuro en el que se encontraban.

El viaje hacia la costa había sido largo y agotador, pero finalmente, el grupo divisó la silueta de un barco en el horizonte. Se dirigieron hacia el puerto, sus corazones llenos de esperanza y temor. Al acercarse, vieron a otros sobrevivientes siendo recibidos y ayudados a subir a bordo.

─¡Es el barco! ¡Lo logramos! ─exclamó Mitsuri, sus ojos llenos de lágrimas de alivio.

Sanemi ayudó a Shinobu a salir del auto, cuidando de no apresurarla. Juntos, con el resto del grupo, se dirigieron hacia el barco. Los soldados en el puerto los recibieron y los ayudaron a subir a bordo, asegurándoles que estarían a salvo.

Una vez en el barco, Sanemi no se despegó de Shinobu. Se acomodaron en una pequeña cabina, y Sanemi se sentó junto a ella, acariciando su vientre ahora notablemente redondeado de cinco meses.

─Finalmente, estamos a salvo ─murmuró Sanemi, besando la frente de Shinobu─. Los bebés van a estar bien.

Shinobu sonrió, su mano sobre la de Sanemi. ─Sí, estamos a salvo. Gracias por todo, Sanemi.

Esa noche, mientras el barco se alejaba del puerto, Kanao se despertó con una pesadilla. Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras caminaba a la cabina de Shinobu y Sanemi. Golpeó suavemente la puerta y entró.

─Hermana, tuve una pesadilla. ¿Puedo dormir contigo? ─preguntó Kanao, su voz temblorosa.

Sanemi, que estaba acariciando el vientre de Shinobu, se volvió hacia Kanao con una mirada comprensiva. ─Kanao, sé que estás asustada, pero tu hermana necesita descansar. Los bebés también. Ven, vamos a buscarte un lugar cómodo para dormir cerca de nosotros.

Kanao asintió, sus ojos todavía llenos de miedo. Sanemi la llevó a una litera cercana en la misma cabina, asegurándose de que estuviera cómoda y arropada.

─Estamos aquí, Kanao. No tienes nada de qué preocuparte. Estamos a salvo ahora ─le dijo Sanemi con una sonrisa tranquilizadora.

Shinobu le dirigió una mirada agradecida a Sanemi antes de asentir. ─Dormirás mejor aquí, sabiendo que estamos cerca. Buenas noches, Kanao.

Kanao se acurrucó en su litera, sintiendo una sensación de seguridad por primera vez en mucho tiempo. ─Buenas noches, hermana. Buenas noches, Sanemi.

Con todos finalmente a salvo y acomodados, el barco siguió su curso hacia un nuevo futuro. Sanemi volvió a la cama con Shinobu, colocando una mano protectora sobre su vientre, sintiendo los suaves movimientos de los gemelos. Aunque sabían que aún había desafíos por delante, por primera vez en mucho tiempo, podían dormir en paz, soñando con un futuro brillante y seguro para su familia.

 Aunque sabían que aún había desafíos por delante, por primera vez en mucho tiempo, podían dormir en paz, soñando con un futuro brillante y seguro para su familia

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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐧 𝐄𝐥 𝐀𝐩𝐨𝐜𝐚𝐥𝐢𝐩𝐬𝐢𝐬 || ˢʰᶤᶰᵒᵇᵘ ˣ ˢᵃᶰᵉᵐᶤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora