11: Alguien...

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Me salí de mi "escondite" acercándome a ella mientras que su mirada relajada se posaba en mi.

-buenos días, luna-

Ella me miro atolondrada como si algo la hubiera descolocado, pude reconocer por su expresión que un recuerdo que yo desconocía abordo su mente. ¿Por qué? no lo sabía, pero en eso estaba.

-Buenos días...Kiros, Si es que ese es realmente tu nombre-

Seguía dudando, genial.

...

Estábamos disfrutando de un desayuno ameno sentados en la mesa del jardín, mi hermana me platicaba cosas del trabajo entre otras tonterías, sentía algo de culpa por no darle el 100% de mi atención, pero mi luna me cautivaba y no podía evitarlo ni controlarlo, es parte de mi instinto y quién era yo para reprimirlos.

-¡¡Hermano!!- escuche el grito de Keris exigiendo mi atención, yo la mire disimuladamente para que no me aniquilara en los siguientes segundos por ignorarla, aun que no lo hacía intencionalmente- ¿quieres prestarme un gramo de atención?

Mi luna nos miro con un toque de diversión, la situación le causaba gracia al parecer, aun que su atención no perduro en nosotros, vi como fijo su mirada en un punto lejano a la mesa... la reja llena de enredaderas, al parecer algo la había cautivado y el hecho que ese no sea yo me enfadaba, me merecía toda su atención y mas, el que me negara mi derecho me ponía eufórico, a pesar de que me controlara, esto es injusto.

Yo también fije mi mirada hacia ese sitio sin entender el por qué le causaba tanto interés ese punto, ella se levanto ignorando mi mirada y la de Keris, acercándose a el lugar mencionado, se agacho mientras que yo me mantenía atento a sus movimiento, cuando de repente metió sus manos en lo que parecía un agujero por debajo de la tierra, extrayendo un cachorro de aquel lugar, lo alzo en sus brazos viéndolo alegremente, se hacía evidente que le gustaba la pequeña criatura que se escabullo lejos de su hogar, acaricio su cabeza para luego dejarlo en el suelo tranquilamente.

Volví mi mirada a Keris que había empezado a hablar en algún punto del momento, obviamente yo desconocía esa información, solo sabía que Umed había retomado su lugar en la mesa y que el escurridizo cachorro la siguió, mismo niño que se encontraba en su regazo recibiendo mimos de mi luna... algunos tienen mucha suerte.

Y pensar que ese cachorro es tan solo un niño de alguna de las casas de la manada, haciéndose el inocente para recibir atención de la única mujer que me ha cautivado en este planeta, intente no darle importancia, después de todo solo es un polizón que jugó más allá de los lugares permitidos y que termino en mi mansión por pura casualidad del destino, eso pensé hasta que pude ver ese destello en su cuello, algo colgaba en su cuerpo.

Mi luna también se percato, hurgando en el esponjoso pelaje del cachorro en busca de algo que yo también había captado, no pasaron muchos minutos cuando hizo una linda expresión de victoria mostrando lo satisfecha que estaba al poder obtener lo que tenía el polizón.

Metió en contenido en su mano tapándolo de mi mirada y la de mi hermana, soltó al cachorro en el suelo el cual huyo por el mismo lugar que había llegado, como si ya hubiera cumplido su objetivo, le reste importancia de todas formas iba a hacer que alguno de mis hombres lo llevara de vuelta a su casa, así le ahorra el viaje.

Alzo la mano introduciendo un suspenso inimaginable en mi hermana y yo, para luego dejar caer lo que parecía un anillo introducido en una cadena.

-Genial tanto suspenso por una baratija-mi hermana no sabía nada era obvio-

Una baratija... baratija de oro de 24 quilates con toques de plata pura, con la sección del medio giratoria mostrando la figuras de varios lobos haciendo varias actividades, durmiendo, corriendo, gruñendo y aullando, con un grabado en la parte interna que decía claramente: de mi propiedad, hoy y siempre, una baratija que no debería estar aquí.

El anillo yo lo había diseñado y mandado hacer y se lo di a mi luna hace como 5 años y hasta donde yo sabía, se encontraba en su casa.

¿Ella lo traía? No por supuesto que no lo llevaba con ella, es una pieza única y no sabía cómo había llegado a ese cachorro escurridizo, alguien tuvo que habérselo dado.

Alguien...

Eso era, había alguien que pertenecía a mi mundo que se aferraba a mi luna, había escuchado de muchas criaturas que disfrutaban de la estancia con los humanos y por ende se quedaban atado a uno hasta el fin de sus días, eso casi siempre afectaba a la persona que los portara, dependiendo de la criatura, de su poder y de sus intenciones al estar al lado de la persona, se mantenía escondidos haciendo que su presencia fuera casi inexistente entes sus ojos pero poco a poco se hacían notar con el tiempo.

¿que opinan de como va la cosa?

recuerden regalarme su voto.

Vigilo tu espalda y tu vigilas mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora