XXV

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Theodore

Enzo me dio una patada por debajo de la mesa cuando me vio ahuyentar a Ámber así, como pidiéndome que fuera detrás de ella. Yo me encogí de hombros, siendo demasiado perezoso como para ponerme de pie.

Encima de que por su culpa no había pegado ojo en toda la noche, lo llevaba claro si pensaba que le iba a hacer la vida más fácil. Me dolía muchísimo la cara después del puñetazo de ayer y me había levantado con un ojo morado.

Que si la odio dice. ¿Pero en qué mundo vive?

No sé, si quiere la amo después de haberme obligado a decirle a mis casi hermanos que voy a morir en siete meses. ¿Qué coño le importaba a ella? Mejor, ¿no? Si tanto me odiaba, ¿por qué no iba a querer que estuviera solo hasta el veintipoco de junio?

Dios, es que de sólo pensar en que ayer me vio llorando y con mis amigos consolandome, me costaba respirar de la rabia y la vergüenza; quería ponerme de pie e ir tras ella, pero para asfixiarla como ella hizo conmigo.

Vi su silueta hacerse cada vez más y más pequeña a medida que se iba alejando de nuestra mesa, hasta que la vi salir del comedor. Me sorprendió mucho que se tomara la respuesta tan a pecho, quizá su pregunta sí que iba en serio.

Bueno, me daba igual. Todo lo que tuviera que ver con ella se iba a acabar esta semana y cuanto antes, mejor. La próxima vez que la viera en privado le diría de terminar las cosas; llevaba más de dos meses sin acostarme con nadie por respeto a nuestra supuesta relación. Aunque no tendría por qué hacerlo, pues ella ya se habría acostado cincuenta veces con Matheo.

Me le quedé mirando ante esa idea, desagradandola más de lo normal. Observe su pelo, sus manos, su mandíbula... ¿Por qué él? ¿No había otro tío en Hogwarts para follar que mi puto mejor amigo? Y por parte de Matheo, igual. ¿Tenía que acostarse en serio con mi supuesta novia y la unica chica que odiaba?

Le tenía mucho resentimiento a Matheo por ello, pero agradecí que después de la charla que tuvimos el viernes cuando llegué al dormitorio y me echó la bronca por pelear con ella y dejarla sola en una boda, respetó que yo no quisiera que estuvieran juntos, que fueran tan cercanos y que la dejara de escribir. De hecho, creo que llevaban sin hablar desde el jueves, y siendo tan cercanos como se habían vuelto, eso era bastante.

Sí, yo tenía la culpa de que Riddle estuviera tan borde con Ámber. Guau, qué sorpresa.

Me daba igual, que se jodiera. Ella era novia. Y cuando terminasemos, me consolaba saber que tampoco estarían juntos porque, ¿qué se diría de ella si la pillaran con el amigo de su ex? Si ya algunas la llamaban zorra...

—¿Qué le has dicho? —me preguntó Enzo, molesto por mí crueldad con su amiga.

Yo me puse a la defensiva de inmediato.

—Nada, pero ya te enteraras; seguro que también me obliga a contároslo.

Berkshire alzó una ceja, con esa expresión de: "¿en serio?" que tan bien le salía. Yo me crucé de hombros sobre la mesa y volví a mirar a la puerta por la que Ámber había desaparecido, sin querer escuchar lo que Enzo claramente estaba a punto de decirme.

—Deja de ser tan orgulloso. Sabes que lo ha hecho porque le importas.

Eso me sacó una carcajada de incredibilidad, sin poder asimilar que él de veras pensara eso; la estupidez y ceguera de Lorenzo Berkshire debía ser estudiada.

¿Orgulloso yo? ¿Pero cómo se atrevía?

Ella era la metida, solo lo hizo para exponerme y dejarme en evidencia. Yo estaba seguro de que no daría una mierda por mí.

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora