Nuestra habitación es pequeña para tres personas, con paredes de un color beige deslavado y posters de bandas de rock pegados aquí y allá. El escritorio, más soporte para la TV y la consola de videojuegos que para otra cosa, está desbordado de cables y mandos. Ropa tirada por todas partes y una pila de cómics junto a la litera le dan el toque. Bobby y PJ están ahí, mirándome como si fuera un bicho raro.
— ¿Y bien? — Pregunta Bobby con esa sonrisa burlona suya, recostado en su litera superior, con las sábanas arrugadas y una caja de pizza vacía al lado. — ¿Cuál es el macabro plan de Bra-adley?
Caigo directo sobre el colchón con las mantas ya arrugadas desde hace días y un olor rancio que arrugo la nariz al percibir. No está tan mal... Bueno, tal vez tenga que lavarlas mañana.
— Todavía no lo sé — Admito, odiando cómo suena mi voz. El ventilador del techo gira lentamente, creando un leve zumbido que añade a mi irritación.
— Tal vez porque no hay ningu-uno — Sugiere Bobby, bajando de la litera para dirigirse a uno de los sillones frente a la TV junto a PJ.
Levanto una ceja, incrédulo.
— ¿Qué? Solo digo lo que pienso. — Se defiende Bobby al sentir mi mirada puesta en él, encogiéndose de hombros.
— Max — Interviene PJ con ese tono de 'soy la voz de la razón'. — Bobby tiene razón. Bradley no nos ha molestado en meses. Ya fue.
Pero no puedo dejarlo ir. Me incorporo, decidido.
— No, estoy seguro de que trama algo.
Ambos intercambian miradas. Ya sé lo que piensan y no, no estoy loco.
— Como digas — Sentencia PJ, volviendo a su juego. El sonido de los botones pulsados y los efectos del juego llenan la habitación. — Pero déjanos fuera de tu "investigación".
— Yep — Concuerda Bobby, agarrando su control.
— Ustedes no lo entienden, él... — Intento explicar, pero mis palabras se pierden en el ruido del juego. — ¿Me están escuchando? — La frustración hirviendo en mi interior.
— ¿Qué quieres para cenar? — Pregunta PJ, como si nada.
— Una buena pizza-a — Responde Bobby sin mirarme.
— ¡Chicos! — Exclamo, exasperado.
No puedo más. Si van a ignorarme, mejor me voy a comer a la cafetería solo. Abro la puerta del dormitorio, que emite un chirrido al abrirse, y maldigo entre dientes. El pasillo del dormitorio es estrecho y mal iluminado, con posters descoloridos y tablones de anuncios cargados de papeles. Levanto la vista y... no puede ser. ¿Bradley está... qué? Me congelo en el marco de la puerta.
— Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo — Dice el encargado, un hombre mayor con gafas gruesas y un chaleco de lana blanco.
— No se preocupe, muchas gracias — Responde Bradley, y por un segundo, suena como el chico dulce con el que estuve en esa fiesta. Espera, ¿qué? ¿Bradley? ¿Dulce?
El encargado le regala una sonrisa antes de retirarse susurrando un "qué joven tan amable, ya no hay chicos como él". Frente a mí, Bradley. Nuestras miradas se cruzan y el bullicio del pasillo se desvanece; solo puedo verlo a él.
— ¿Max? — La voz de mis amigos me saca del trance.
— Les dije que él... — Pero las palabras mueren en mi garganta cuando Bradley frunce el ceño y cierra la puerta de golpe. Algo dentro de mí se rompe. Sin pensar, ya estoy golpeando su puerta.
— ¡No puedes ignorarme por siempre! ¡Nos quedan casi cuatro años de carrera, ¿oíste?!
La gente nos mira. Algunos estudiantes pasan a nuestro lado, murmurando entre ellos "¿Ese es Max Goof?" "¿El que ganó los X-Games?" "No te creo" "Pero qué patético, ¿qué está haciendo?".
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GALÁN, DEJA DE JUGAR CON MIS SENTIMIENTOS
FanfictionTras su sorprendente derrota en los X Games, todos esperaban que Bradley Cremanata III se obsesionara con reclamar su trono. Sin embargo, mientras los meses pasan sin señales de su regreso, una nueva dinámica emerge. Entre los novatos victoriosos, s...