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Estaba en la cocina, preparando una taza de té, cuando escuché la puerta del apartamento cerrarse con fuerza

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Estaba en la cocina, preparando una taza de té, cuando escuché la puerta del apartamento cerrarse con fuerza. Sabía que era Niragi; solo él entraba con tanta brusquedad.

—¿Qué te pasa? —pregunté sin apartar la vista de la tetera.

Niragi caminó hacia mí con paso decidido, sus ojos oscuros llenos de ira.

—¿Qué me pasa? —repitió con sarcasmo—. Te vi hablando con ese tipo otra vez, ¿crees que soy estúpido?

Suspiré, dejando la tetera en la encimera antes de girarme para enfrentarlo.

—No era más que una conversación inocente, y te dije que es solo un amigo. ¿Por qué siempre tienes que asumir lo peor?

—¡Porque siempre estás coqueteando con otros! —gruñó, acercándose aún más—. ¿Crees que no me doy cuenta? Miras a todos como si quisieras algo más.

—Eso no es cierto y lo sabes —respondí, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de mí, a veces me resultaba un imbécil—. Siempre piensas lo peor de mí, y estoy harta de tener que defenderme por cada cosa que hago.

Me miró con una mezcla de enojo y algo más, algo que no pude identificar del todo.

—¿Acaso te gusta? —continuó él—. Siempre tienes que hablar de él como si fuera un santo. Es un tipo que solo quiere follar contigo, ¿no te das cuenta?.

Sentí una oleada de ira al escuchar eso.

—¡No tienes idea de lo que hablas! —exclamé—. Y al menos él trata de entenderme cuando le hablo, a diferencia de ti.

Niragi se rió, una risa amarga y sin humor.

—¿Entenderte? ¿Cómo si tú misma no te entiendes? —se burló—. Siempre estás jugando a la víctima, Nanami. Siempre.

Sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos, pero me negué a dejarlas caer.

—Eres un idiota, Niragi —dije en voz baja, tratando de mantener la compostura—. No tienes ni idea de lo que siento o pienso. Solo te importa lo que tú quieres.

Me miró con desprecio, su expresión endureciéndose aún más.

—Tal vez tienes razón —dijo fríamente—. Tal vez no me importa. Y tal vez no debería quedarme aquí esta noche.

Me quedé en silencio, viéndolo girarse y caminar hacia la puerta.

—No vuelvas —murmuré, apenas audible.
Niragi se detuvo un momento, pero no se giró.

—Quizás no lo haga —respondió antes de salir y cerrar la puerta con fuerza.

Me quedé allí, sintiendo cómo las lágrimas finalmente caían. Me senté en el suelo de la cocina, abrazándome a mí misma mientras sollozaba, sintiéndome más sola que nunca.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora