Jugando con fuego

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Beatriz no era la única que tenía una batalla interna, Armando estaba en la misma situación

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Beatriz no era la única que tenía una batalla interna, Armando estaba en la misma situación.

Había conseguido el contacto de todos los paparazzis, sin embargo, aún no daba con el paradero del que buscaba. ¿Acaso se trataría de una extorsión? Esperaba que fuera así, sería más fácil de lidiar y en caso de que no fuera, estaba dispuesto a pagar una buena cantidad para que el montaje con Marcela se mantuviera y no desatara un posible caos que involucrara a V&M. Ante tal alarma lo lógico era regresarse a Nueva York, lo lógico era acatar su deber y mantenerse al margen, pero...

Las puertas del elevador se abrieron y él salió mientras arreglaba una de las mangas negras de su saco. Al llegar tocó el timbre.

Él quería estar con Betty y ahí sus acciones se debatían fuertemente entre lo que debía y lo que quería hacer.

—Armando, ¿Qué... Qué haces aquí? —tartamudeó ligeramente tras abrir la puerta.

Fue difícil que él no la admirara de pies a cabeza. Su cuello y hombros estaban descubiertos, solo sus rizos se encargaban de cubrirle un poco.

—Yo... Bueno, primero disculpa que haya venido así, le pedí al chófer que me ayudara con tu dirección... sé que estuvo mal, disculpa por hacer eso, pero necesitaba hablar contigo sobre lo que-

—¿Es por la estrategia de Leroux?

—No, no es por eso, es-

—¡Ah! ¿El live de ventas masivas? Siempre hay dudas sobre eso, si quieres te mando por correo toda la información de cómo será la logística que usaremos. Pero ya está todo listo para mañana.

—No, no es sobre eso. ¿Puedo hablar contigo un momento?

Involuntariamente apretó los costados del vestido y Armando se dio cuenta de eso; aquella prenda tenía una abertura que develaba parte de su pierna. Ella pareció apretar un poco los labios y algo dubitativa aceptó y le dejó pasar.

El sitio era amplio, las paredes blancas y los detalles negros junto a la decoración minimalista le daba un aire de lujo. Ella le ofreció tomar asiento en el gran sofá blanco con forma de ele.

—¿Quieres agua, jugo o café?

—Agua está bien. Gracias.

Para ella fue inevitable admirar lo bien que se veía con aquel conjunto negro. Tan pulcro, hecho a la medida de él. De inmediato apartó la vista y se dirigió a la cocina.

Delante de Armando estaba una pequeña mesa de cristal donde había un cactus y un par de revistas. Al frente en la gran pared un cuadro con la silueta de una mariposa colgaba. A lado derecho una gran ventana dejaba ver cómo la lluvia empezaba a caer.

—Toma —dijo provocando que volteara y agarrara el vaso de cristal que le ofreció, sin querer ambos rozaron las manos y ella las apartó de inmediato —. Solo... tengo unos minutos, tengo una cita con André. —Aquello provocó que las facciones al igual que los hombros de él se tensaran —... Dime ¿de qué quieres hablar? —concluyó sentándose en una parte lejana del sofá.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora