Año 2008.
Venezuela se encontraba bajo el liderazgo del carismático Líder Rafael, Presidente de la nación, quien, bajo la tutela celestial del príncipe Reagan, había mantenido el poder durante nueve años. Sin embargo, para la población venezolana, la presencia de Reagan era un misterio. Ellos solo conocían al presidente como la figura de poder en la Tierra, sin imaginar la existencia de un Príncipe Celestial que guiaba sus destinos desde el reino invisible.
En los últimos años, una sombra de inquietud rondaba el corazón de Reagan, pues las acciones de Rafael durante su mandato habían comenzado a desdibujar la imagen del líder que él mismo había elegido.
A pesar del carisma inicial de Rafael, su gobierno había tomado un giro autoritario en los últimos años. Las medidas represivas, la censura a la libertad de expresión y la concentración de poder en sus manos habían generado un clima de tensión y descontento en la población.
Reagan, como Príncipe, se encontraba en una encrucijada. Por un lado, debía cumplir con su deber de proteger a Venezuela. Por otro lado, no podía ignorar las acciones de Rafael, que iban en contra de los principios de justicia y Paz que él defendía. Fue en este contexto de incertidumbre que Reagan se vio obligado a tomar una decisión difícil: abandonar Venezuela para acudir en auxilio del príncipe Miguel (Israel), quien se encontraba bajo el feroz ataque del principado de Irán y sus aliados.
Las guerras entre potestades celestiales y sus representantes terrenales eran eventos recurrentes, disputas que, a simple vista mortal, transcurrían en breves instantes, pero que en el plano terrenal se traducían en años de conflictos. Estas batallas, aunque necesarias para mantener el equilibrio en el orden terrestre, también sembraban el caos y la destrucción en el mundo.
En la soledad de una cima montañosa, envuelta en el amanecer, Reagan y Rafael se reunieron. Reagan solía comunicarse con Rafael en zonas aisladas ya que su presencia siempre era en forma angelical, muy poco Reagan recurría a tomar aspecto humano.
La tensión entre ambos era palpable, una mezcla de desconfianza y resignación que había ido creciendo con el tiempo.
Reagan, acercándose con su voz angelical y serena:
Un asunto celestial de suma urgencia me requiere en otro lugar.Mi ausencia podría ser prolongada, Rafael. Debes estar preparado para seguir dirigiendo solo el país por un tiempo, hasta mi regreso.
Rafael, asintió en silencio. La idea de gobernar sin la guía de Reagan le generaba una profunda inquietud.
Pero, ¿qué debo hacer si surgen amenazas o decisiones difíciles en tu ausencia?...preguntó con voz entrecortada.
Reagan (lo miró con una mezcla de compasión y severidad):
Ten cuidado, Rafael, advirtió. No te dejes influenciar por aquellos que susurran palabras de oscuridad en tus oídos. No confíes en potestades desconocidas, ni en aquellos que buscan corromper tu corazón.
Rafael frunció el ceño, sintiendo un leve pinchazo de culpa en su interior. Su relación con el gobierno cubano, los cuales estaban bajo influencia de un Principado, había sido una decisión cuestionable. Sin embargo, no estaba dispuesto a admitirlo ante Reagan.
No te preocupes, mi Príncipe (con fingida seguridad). Sabré guiar a Venezuela por el camino correcto en tu ausencia.
Reagan lo miró con una última mirada llena de dudas, pero no dijo nada más. Se despidió de Rafael con un gesto de bendición y, con un suave aleteo de sus alas angelicales, se elevó hacia el cielo, desapareciendo entre las nubes.
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El Principe de Venezuela
Fantasy¿Alguna vez has mirado al cielo y te has preguntado quién realmente dirige el destino de tu nación? Más allá de las nubes, invisible a nuestros ojos mortales, se libra una guerra épica por el alma de las naciones. En esta batalla, los Celestiales...