Nada cambia

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— ¡Arrg! — Gritó cuando se cayó al suelo porque Sasuke abrió la puerta sin aviso y Naruto estaba recargado en ella — ¿Por qué no avisas? — Se levantó sobándose el brazo sobre el cual había caído.

— ¿Yo qué iba a saber qué ibas a estar espiando?

— ¡Yo no estaba espiand- — Esta era una oportunidad — ¿Quién te manda a ser un omega tan guapo? — Miró de reojo la reacción de Sasuke — No puedes esperar que no quiera verte después de saber cómo te mueves — Sasuke ni siquiera se molestó, sólo se puso rojo.

¿Qué significaba esa reacción?

— Alfa tenías que ser — Sasuke salió de su sorpresa y bajó en dirección a la cocina — Deja tus juegos y ayúdame.

— ¡Espera! — Sasuke lo miró — Voy a prepararte una sopa que mi mamá me preparaba cuando estaba enfermo. Te ayudará a recuperarte.

— ¿Y realmente te sabes la receta? — Cuando escuchó la palabra "mamá" algo en su interior se removió, sentía algo de pena por Naruto. Sus padres murieron y él seguía siendo el mismo animado de hace años.

— Claro que me la sé — Sacó los ingredientes — Ella me la enseñó y nunca podría olvidarla... — ¿Cómo iba a olvidarla? Si por culpa de esa sopa recibió muchos golpes en la cabeza hasta que se le quedó grabada.

Sasuke pensó que nunca podría olvidarla por ser su madre y porque fue una de las últimas cosas que Kushina le enseñó antes de morir, así que su corazón se ablandó más.

— No habrá problema si me faltan ingredientes, ¿verdad? — Se dio cuenta de eso cuando terminó de ponerlo en la olla.

— ... — Se acercó para ver qué le faltaba a la sopa y — ¿Piensas qué voy a comer solamente unos tomates y zanahorias con sal?

Debía ser una broma.

— ¿Y por qué no? — Se alzó de hombros — Los tomates son tus favoritos. No sé de qué te quejas.

No, no era broma.

— Eres un bestia — Quería ahorcarlo — Preparemos algo más.

— ¡No! Debes recuperarte.

— Créeme que con lo que querías preparar eso no sucederá.

— Si... — Miró de reojo la olla y después a Sasuke — Creo que no — Quitó las cosas de la estufa — Lo siento, mi mamá sí te lo hubiera preparado — Su semblante depresivo le llegó al azabache.

— Tú también, si tuvieras todos los ingredientes.

_ ¡Oye! Quita esa sonrisitra de tu rostro.

— ¿Entonces cómo sabrás que me estoy burlando? — Tenía una sonrisa ladina — Sólo busquemos qué otra cosa hay para comer.

Buscó en los cajones, en la alacena y

— ¿Qué se supone que comes tú?

— Ramen — Dijo sacando el paquete que había comprado en la tienda cuando llamó a Neji — ¿Qué no ves?

— ¿Hablas en serio? — Nadie podría sobrevivir comiendo ramen por casi cuatro años.

Garras de Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora