Capítulo 3: De regreso a casa

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Verónica, con el pelo alborotado y el bolso a punto de reventar, corre hacia la parada del autobús. Ya está retrasada. Sube al bus abarrotado, buscando un hueco donde acomodarse.

 El colector, con vozarrón de trueno, grita en cada parada: ¡Está vaciao!

 Verónica: ¡Ay no, otra vez!

Los murmullos y las quejas de los pasajeros llenan el aire. Un señor discute con el chofer por un cambio que no le dan. Verónica suspira resignada. 

Al Llegar a la tienda con la lengua fuera. Su jefe, el señor Ali, la recibe con cara de pocos amigos.

Ali: (Con tono seco)   ¡Verónica! ¿Otra vez tarde?

Verónica: (Agachando la cabeza)   Lo siento, señor Ali. Tuve un problema con el autobús...

Ali: (Interrumpiendo)  ¡Excusas! Siempre es lo mismo. Llegas tarde, te vas temprano... ¡Así no se trabaja!

En ese momento, Rayner, un joven de buena apariencia, entra en la tienda. Saluda a Ali y luego se acerca a Verónica.

Rayner: ¡Hola, Verónica! ¿Qué tal todo?

Verónica: Hola, Rondón. Todo bien, un poco ajetreado el día.

Rayner: (Dirigiéndose a ali) No la regañe tanto, señor ali Verónica es una gran trabajadora, solo que a veces tiene mucho que hacer.

Ali: (Murmurando) Está bien, Rondón. Pero que le meta más ganas, ¿eh?

Rayner: (Asintiendo) Por supuesto. Tranquilo.

Rayner toma a Verónica a un lado para hablar en privado.

Rayner: (Con voz baja) Verónica, ¿qué haces todavía aquí? Aceptaras mi oferta de trabajo? Sera un trabajo mucho más gratificante y con un mejor horario.

Verónica: Lo sé, Rayner, te lo agradezco mucho. Pero ya te he dicho que no me interesa, lo siento, espero que me entiendas.

Rayner: (Insistente) Pero Verónica, ¡tienes potencial! Podrías hacer mucho bien desde adentro. No te quedes estancada en este trabajo.

Verónica: Lo he pensado mucho, Rondón, pero mi decisión está tomada. Por ahora, prefiero seguir aquí.

Rayner: Está bien, Verónica. Respeto tu decisión pero si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme...

 Nos vemos luego, que tengas buen dia!

Verónica continua su rutina en la tienda, atendiendo clientes, cobrando y ordenando productos. Sus manos se mueven con precisión mecánica, pero su mente está ausente. De pronto, su celular vibra con un mensaje nuevo. La pantalla se ilumina, mostrando un nombre que hace que su corazón dé un vuelco: David.

David: ¿Nos vemos más tarde?

Verónica: (Sonriendo) Nos vemos?... ¡Claro que sí! ¿A dónde vamos?

David: Sorpresa ;) Te espero en la plaza a las 7.

Verónica: (Emocionada) ¡Allí estaré!

Verónica: (Emocionada) ¡Allí estaré!

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