¿J es.....?

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Londres, presente

En una sala de reuniones elegantemente decorada, se encontraban reunidos Julia, Alex, Hanna y el hombre misterioso conocido simplemente como J. La tensión en el aire era palpable, cada uno de ellos consciente de la delicada situación en la que se encontraban.

Julia, con su porte sereno y calculador, rompió el silencio primero. -Necesitamos discutir la situación de Joans. Algo no encaja y necesitamos resolverlo antes de que sea demasiado tarde.

Hanna, visiblemente preocupada, asintió. -Joans está cada vez más desorientado. No puede seguir así.

Alex, que había estado revisando su teléfono, lo dejó a un lado y se inclinó hacia adelante. -Hay algo que todos necesitamos saber. Jezebel sigue recibiendo mensajes.

Las miradas se centraron en Alex, expectantes. -¿Qué tipo de mensajes?- preguntó J, su voz profunda resonando en la sala.

Alex tomó un respiro antes de continuar. -Mensajes que la instan a hablar con Julia. No sabemos quién está enviando estos mensajes, pero está claro que hay alguien que quiere que Jezebel descubra algo.

Julia frunció el ceño. -¿Y por qué conmigo? ¿Qué es lo que se supone que debo decirle?

-Eso es lo que debemos averiguar,- respondió Alex. -Pero lo que es seguro es que hay alguien que está del lado de Jezebel. Alguien que quiere que descubra la verdad.

Hanna se mostró aún más preocupada. -Entonces, debemos mantener a Joans alejado de ella. Si Jezebel descubre algo, podría ser peligroso para él.

J, que había estado observando en silencio, habló con una voz firme. -Debemos actuar con cautela. No sabemos quién está detrás de estos mensajes, ni cuáles son sus verdaderas intenciones. Pero una cosa está clara: Joans no debe acercarse a Jezebel hasta que sepamos más.

Justo en ese momento, la puerta de la sala de reuniones se abrió, y todos los presentes se giraron para ver quién entraba. Era el padre de Joans, un hombre de porte distinguido y mirada severa, cuya presencia imponía respeto.

-Perdonen la tardanza,- dijo mientras cerraba la puerta tras de sí. -La situación es más complicada de lo que imaginamos.

Julia y los demás lo saludaron con una inclinación de cabeza, reconociendo la importancia de su llegada.

-Señor Grant,-dijo Julia, -estábamos discutiendo la situación de Joans y los mensajes que Jezebel sigue recibiendo.

El padre de Joans asintió, tomando asiento en la cabecera de la mesa. -He oído algo al respecto. Es imperativo que mantengamos a Joans seguro y lejos de cualquier influencia negativa. Pero también debemos averiguar quién está detrás de estos mensajes y cuál es su objetivo final.

-Eso es lo que estamos intentando descubrir,-respondió Alex. -Pero hasta que tengamos más información, creemos que es mejor mantener a Joans alejado de Jezebel.

El señor Grant asintió de nuevo, su expresión grave. -Estoy de acuerdo. Joans es vulnerable en este momento, y no podemos permitirnos que caiga en manos equivocadas. Todos debemos redoblar nuestros esfuerzos para protegerlo y desentrañar este misterio.

Hanna, rompiendo el silencio que había seguido a las palabras del señor Grant, preguntó con cautela, -¿Es realmente necesario seguir dándole las pastillas a Joans?

El padre de Joans dirigió su mirada hacia Julia, dejando claro que la decisión recaía sobre ella -Eso lo decide Julia-dijo, dándole la palabra.

Julia, con una expresión de reflexión, miró a Hanna y luego a J, quien permanecía en silencio. -Las pastillas son necesarias por ahora. Mantienen su mente lo suficientemente confusa para que podamos manejar la situación.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora