Estampida

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En un lugar de la sabana africana se encontraban las Tierras del Reino, hogar de numerosas especies de animales, pero en especial de una manada de leones liderados por el rey Mufasa junto a su esposa Sarabi, quienes tuvieron un hijo llamado Simba, un cachorro muy juguetón y lleno de vida que admiraba y disfrutaba pasar tiempo con su padre aprendiendo lo necesario para algún día tomar el mando del reino, aunque también le encantaba jugar con su mejor amiga Nala y el resto de sus amigos Malka, Tama, Tojo, Chumvi y Kula, metiéndose en problemas en más de una ocasión, y muchas veces siendo salvados por Zazú, un ave bucero de plumas azules, mayordomo del rey y amigo de toda la familia.

En el reino también vivía Rafiki, un loco y extraño, aunque también sabio babuino que, al igual que Zazú, había estado con los leones desde mucho tiempo atrás, conociendo bien tanto a Mufasa como a Scar, el hermano del rey que siempre había tenido una actitud llena de celos y odio hacia él, ya que siempre le molestó el hecho de que su padre le prestara más atención a Mufasa y que nunca lo hubiera considerado para convertirse en rey, sin embargo, pocas veces hacía notar su gran rencor, fingiendo la mayoría del tiempo sólo un ligero desprecio por su hermano mayor. Por este motivo habría considerado varias ideas para deshacerse de Mufasa y al fin poder convertirse en el sucesor, pero nunca logró llevar a cabo sus planes a pesar de que contaba con la ayuda de sus amigos Shenzi, Banzai y Ed, tres hienas que vivían en los límites del reino. Y ahora, con la llegada de Simba sería mucho más difícil poder hacer algo al respecto y, aunque ya había intentado algunas cosas como poner a Simba en peligro a base de falsas historias, seguía sin causarle algún daño a su sobrino, por lo que un día finalmente se decidió a cumplir sus deseos sin importar el cómo lo tendría que hacer, y con una fría y poco convencional idea en mente, se puso en marcha.


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En un día soleado sin, aparentemente, nada fuera de lo normal, Scar tomó a su sobrino a una caminata por el reino aprovechándose de su inocencia y del cariño de éste porque, a pesar de lo extraño que podía ser a veces, Simba lo quería como su tío.

-Tío Scar, ya dime hacia dónde nos dirigimos -suplicaba el pequeño mientras daba saltos de un lado a otro.

-Simba, ya te dije que sólo estamos caminando, no necesitamos ir a un lugar en específico para pasarla bien.

-Pero si te conozco tío -dijo entre risillas.

-Por supuesto que me conoces, me conoces tan bien que me has descubierto -respondió con un tono de sarcasmo tan grande que sólo un niño como Simba podría dejar pasar-. Vamos a un lugar muy especial.

-¿En serio? ¡¿Dónde es?! ¡¿A dónde vamos tío Scar?! -gritó emocionado.

-Aún falta un rato para llegar, pero es en un lugar que jamás olvidarás.

Simba, entusiasmado por la idea, no paraba de correr en círculos, además de jugar con la cola de Scar, quien tuvo que tolerarlo hasta que llegaron a su destino.

-Listo, hemos llegado.

-¿Es aquí? -preguntó con una expresión de decepción-. Pero ¿qué tiene de interesante este lugar? ¡Me mentiste! Apuesto a que no sabías a dónde llevarme y no se te ocurrió un mejor lugar que éste. -Siguió hablando con pocos ánimos mientras se asomaba por el borde del desfiladero al que habían llegado hace unos instantes.

-No te sientas triste Simba, ¿cuándo te ha fallado tu tío? Ven, hay que bajar.

Después de recibir unas palmadas en su hombro por parte del mayor, Simba siguió a Scar caminando por detrás suyo, aún decepcionado porque no era un lugar tan increíble como le había prometido. Envuelto en esa idea, no se percató que Scar ya había detenido el paso, por lo que chocó con las patas traseras de su tío.

El Rey León: Una Historia AlternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora