Una vez que salió de la casa de dirigió a su trabajo, la verdad no sabía que iba a salir de ese nuevo trato pero la verdad no sabía que mas hacer.
No conocía a esa chica, no habían hecho mas que compartir el lecho conyugal dos veces y ya iban a ser padres.
No sabía que le gustaba y ella tampoco sabía nada de el, por mas que se esforzará en complacerlo en las mínimas cosas como hacer su comida y el lavar su ropa, no lo conocía en nada.
Solo tenía la obligación de convivir con un completo extraño.
Mentiría si el dijera que alguna vez el deseo casarse, porque la verdad nunca estuvo en sus planes, el era alguien solitario, no le gustaba compartir su sentir y mucho menos su espació.
Pero no podía dejar que su vida y la de esa pobre chiquilla se fuera por la borda y estuviera llena de miseria solo porque sus planes no salieron como quería, ya estaba casado no había nada más que hacer, que tratar de que todo fuera sencillo para los dos.
Por ellos y por su... Hijo.
Era raro decir esa palabra, la verdad estaba aún poco asustado, su padre no fue muy presente en su vida y quién literalmente lo crío fue su hermano.
No sabía que hacer, pero algo que tenía seguro es que ese pequeño ser, que estaba creciendo en el vientre de su madre, siempre sería su prioridad.
Soltando un suspiro entro a su oficina, tenía unos proyectos atrasados y su hermano el Hokage los necesitaba ya planteados.
– Solo espero que todo salga bien de ahora en adelante.– Dijo para luego sentarse detrás de su escritorio y tomar los papeles en sus manos.
Iba a ser una mañana larga.
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– Todo se está llendo de nuestras manos.
Dijo mientras servía sake en los dos vasos.
– Pues.... No tanto, pasó algo que talvez lo pueda remediar. – Bajo el vaso de sake y lo apretó entre sus manos con nerviosismo.
– Así ¿y que es?– Madara miro curioso a Hashirama mientras se terminaba de un solo trago su bebida.
– Desviar la atención, servirá solo temporalmente pero nos dará el tiempo suficiente para apaciguar las cosas.
Su mirada seguía baja y sus manos estaban sudando.
– ¿Qué es? – Lo miro mientras entrecerraba los ojos ante su comportamiento.
– El señor de los remolinos accedió a ser parte de la aldea solo si... Desposaba a su hija y teníamos herederos para nuestros respectivos clanes.
El profundo silencio cayó en esa habitación.
Un poco temeroso Hashirama levanto la mirada buscando la de Madara, pero el no lo estaba mirando a él, estaba con una mirada en blanco mirando hacia la ventana.
Dirijo su mirada hacia mi y su mirada no mostraba nada, me observó en silencio y soltó un suspiro.
– Si así lo deseas.
– Madara yo... – Se vio interrumpido por Madara que volvía a hablar.
– Es conveniente ese tratado, ganaríamos más fuerza militante, ya tenemos a los Hyuga y a los Nara, solo nos falta una fuerza capaz de proteger la aldea desde adentro, ¿y que mejor que los expertos en sellos para eso?
Se quedó mudo y sin palabras, quería decir algo pero solo cerró la boca y se quedó en silencio.
– Bien. – Soltó un suspiro, un sentimiento de inconformidad acompañándolo.
– ¿Como va mi hermana?– Pregunto de repente Madara mientras se sentaba en la silla delante del escritorio.
Sabía que tenía que decir la verdad, pero no quería volver las cosas aún más tensas, también sabía que si no era sincero todo se podia poner peor.
– Pues... Vas a ser tío.
El otro lo miro rápidamente y se reincorporo en el asiento.
– Bueno supongo que deben estar contentos los involucrados, ya tienen un heredero. – Dijo mientras apoyaba sus brazos en el escritorio.
– Si si, los dos están haciendo lo mejor que pueden.– Su corazón se estaba acelerando de solo recordar como se desenvolvió todo el día de ayer.
Después de eso Hashirama guardo silencio mientras observaba a Madara que estaba sumergido en sus pensamientos.
– Sabes que ella estaba enamorada de ti, ¿cierto? – Lo que Madara dijo lo sobresalto un poco, se puso algo nervioso y después simplemente lo dejo ir.
– Si.
– Siempre creí que te casarías con ella.
– Yo... Ya tenía puestas mis esperanzas en otro corazón, parecido pero completamente distinto a lo que ella experimento.– Dije mientras fijaba mi vista en mi muñeca, aquella que tenia esa tonta y linda pulsera.
– Me alegra y al mismo tiempo me decepciona un poco el que no la hayas tomado como tú esposa.
– Madara...
– Déjalo, tienes obligaciones que atender.
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Jabel no sabía que hacer todavía, hace tiempo que estaba enfrascada en una lucha con sus propios pensamientos.
Ella no podía decir que amaba a Tobirama pero en esos dos meses le había tomado un poco de respeto, y talvez por la costumbre se preocupaba cuando llegaba tarde.
Y ahora llevaba en su vientre al hijo de ese hombre, hijo que también es suyo y no sabe cómo reaccionar, por una lado sabe que debe quererlo porque lleva su sangre, pero por el otro, solo siente como si cargará a un completo desconocido.
Y talvez era así, un desconocido estaba creciendo dentro de ella, un desconocido que luego haría crecer su vientre, desconocido que daría pataditas, desconocido que luego conocería y sería como de su propia carne, hecho dentro de ella, completamente lizo y sin rasguños, para que luego el mundo se creyera con el derecho de ir dejando marcas en el poco a poco.
Ese desconocido se volvería su todo, su corazón ya no estaría en su pecho, porque habría tomado la forma de un lindo niño andante, su corazón estaría fuera de caja torácica, caminando, riendo, llorando, lastimando sus lindas manos, y luego dando vida a otro ser, dando paso al corazón andante de otra mujer, y siempre sería así, por los siglos y siglos siguientes.
Jabel todavía no lo amaba, porque aun no sabía que hacer, ni como sentirse ella misma, pero sabía que lo haría, a medida que el desconocido se volviera una parte de si, a medida que ese desconocido se volviera conocido ella lo amaría de forma incondicional.
Por ahora solo debía de preocuparse por procurar que cuando el conociera el mundo tuviera un hogar feliz, uno donde su mamá lo ame, y su padre lo eduque para ser un hombre de bien.
Ya tendría tiempo después para pensar en lo difícil que puede ser eso.
Salió de su casa, y llevaba puesto una yukata de flores de tulipan, su cabello estaba suelto y su flequillo estaba más largo ahora que lo notaba, mientras caminaba por el clan con sombrilla en mano para protegerse del sol, muchos volteaban a mirarla y murmuraba entre ellos.
Al menos ya no eran tantos como en un principio, ahora solo unos pocos son los que lo hacen, otros solo la ignoran.
Ya iba a cruzar el otro lado de la vereda cuando alguien tomo su ante brazo y la hizo voltear.
– Señora Senju.
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Hola!! Perdón por la inactividad, falta de inspiración y eso, además he estado muy ocupada con U y todo lo demás.
¿Notaron algo raro en el capítulo? Hagan sus teorías, quien fue el/a qué llamo a Jabel.
¿Es algo bueno o malo? ¿Que piensas tú que es en realidad?
Bueno eso es todo, no te olvides de votar y comentar!!
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tu esposa
أدب الهواةpara que el clan uchiha y el clan senju pudieran consolidar su tratado de paz tenia que haber un matrimonio, es así cuando la hermana menor de madara y Izuna decide aceptar casarse con un senju esperando que fuera el hombre del que estaba enamorada...