Aventura

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Su vida nunca se vio tan llena de vida, tan colorida y cómoda como es en ese mismo momento. Disfruta sólo pensar en una persona, aquel que lo mantiene en las nubes, que lo emociona cada vez que escucha su nombre y aviva el deseo de tenerlo cerca para toda la eternidad.

Las misiones nocturnas se volvieron más livianas, el trabajo más coordinado de ambos pilares se volvió excepcional y habían pocos avistamientos de demonios de alto rango. Desde la batalla con la sexta luna superior, los demonios más fuertes se volvieron más cautelosos, buscando no ser tan llamativos y no llamar la atención de pilares, si no de cazadores de menor rango.

Sin embargo la felicidad no significaba estar siempre en ella, no podían olvidarse de su deber. Pasaron varios meses, donde Tanjiro recuperó fuerzas y su cuerpo volvió a ser el mismo que antes después de perder peso. Giyuu no pudo pasar mucho tiempo con el, estar detrás del menor durante su entrenamiento de recuperación, ahora se encontraba lejos en una misión al otro lado del país perdido en un bosque.

Durante la ausencia del omega, Sanemi tuvo que hacerse cargo -de nuevo- de los tres cachorros, aunque el destino le jugó con suerte y Zenitsu e Inosuke estuvieron ocupados con misiones al igual que su doncel.

Aprovechando los entrenamientos de Tanjiro, el Shinazugawa mayor intervino y mejoró la esgrima del borgoña. Entrenando con espadas de madera, toda la tarde, mejorando la resistencia del menor y a esquivar los ataques. Volviendo más agresivos los golpes para que el Tanjiro buscar ala forma casi imposible de estirarse y poder golpearlo o simplemente tocarlo con la madera.

Casi logrando lo pero recibió un golpe en la cabeza de el pilar, fallando sj movimiento y lastimando se la espalda.

—¡Ah! Sanemi-san, eso no fue justo —sobaba su espalda mientras sujetaba la espada de madera a su lado, con un pequeño puchero que hacía más redondas sus mejillas.

—Fue muy fácil mocoso, aún eres muy lento y dejas aperturas al atacar —dejo la espada de madera a un lado, alejándose del sol y sentándose en la sombra para refrescarse —podrás mejorar, iré a una misión esta noche, tienes tiempo para practicar —.

—Sanemi-san, hoy iré a la villa de los herreros. Mi katana aún no ha llegado y Haganezuka-san está un poco molesto, así que iré personalmente a hablar con el —el alfa abrió solo un ojo y vio al emocionado Borgoña levantándose de la tierra y sacudiéndose el polvo.

—¿Cuantos años tiene ese bastardo? —resoplo esperando la respuesta del menor, ya no le agradaba dejarlo solo. Habían noche en las que pensaba por que Rengoku murió, ahora no había nadie que lo mantuviera apartado de los demás.

—Haganezuka-san tiene 37 años —respondio rápido acercándose a la sombra y sentarse al lado del pilar —Sanemi-san ¿A comido dulces? No me diga que le gustan los ohagis. WOW que dulce —ignorando las feromonas del alfa, tenía impregnado el aroma de masa dulce en el.

—Callate mocoso, me tengo que ir —se alejo de ahí, adentrándose a la finca mientras olfateaba su haori confirmando el olor dulce que desprendía.

"Si ese niño fuera alfa sería un perro rastreador por completo"

Aunque sus feromonas estaban tomando un cambió, el intenso aroma a menta bajaba, volviéndose más empalagoso y refrescante. Maldijo en vos baja, calculando el tiempo, podría salir y regresar con normalidad mientras no se encuentre con alguien más.

"Si mi RUT se acerca es mejor prevenir un poco"

Estaría bien, no tendría imprevistos, solo contaría que no tendría a su omega cerca y sufriría un intenso dolor. Pero nada que el pilar del viento pudiera hacer.

Viento FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora