Capitulo 9

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Pecador

Narrador:

Las piernas de Kary temblaron al igual que sus manos, pero no era por el frío o de sorpresa, era por la presencia tan intimidante del demonio frente a ella, sus ojos dorados la trazan como un lápiz sobre un lienzo, no la está tocando, pero su mirada es tan intensa que prácticamente siente que la toca sin hacerlo.

Kary quiere correr, gritar, pelear, pero no puede, no puede hacer nada, porque su cuerpo no reacciona, su cuerpo sigue en en un shock, que su cerebro no la deja salir.

El azabache se acercó a ella mientras se veía serio o mejor dicho, relajado.

—¡Cuánto tiempo, monjita! —ella no respondió, no tenía cabeza para hacerlo.

El demonio frente a ella estaba vestido de negro con una camisa con las mangas en los codos. Dejando los primeros botones sueltos, su cabello estaba sutilmente despeinado con vaqueros del mismo color.

La luz pasa por su piel morena dándole vista de dios, pero no lo era, era el fuego, la llama del mismo infierno, las que te abrazan y luego te quemaban, Kary lo sabía, sabía que vendría por ella tarde o temprano, y aunque se había preparado mentalmente, su reacción a lo que veía justo ahora era realmente auténtica.

—¿Co...Como llegaste aquí? —fue lo único que pudo decir arrastrando las palabras sin poder alejar los ojos azules de los dorados.

La mezcla de emociones la agobia demasiado, a tal punto que siente que se asfixia, se siente mal por lo que está sintiendo, tenía miedo, pánico, terror, y aun con todo eso, hubo algo más que se negaba aceptar, una fuerte atracción que la dejaba sin aliento, Azael estaba completamente como un demonio y no entiende por qué el sentirse así por él.

Las imágenes de sus últimos sueños con él llegan a su cabeza, las noches de desvelos entre miles de cosas más, y una sonrisa de lado tira de la comisura de los labios del demonio, mientras no le aparta la mirada.

—Ya deberías saber que no puedes escapar de mí. —su cuerpo al fin reacciona dando a entender que no es un sueño o una maldita pesadilla.

Sale corriendo hacia la puerta de su habitación, pero esta no abre por más que se esfuerza. Azael va con pasos firmes y lentos hacia ella.

—¿Me extrañaste, preciosa? —ella gritó golpeando la puesta con todas sus fuerzas, pero nada.

—No te van a escuchar, monjita, todos están profundamente dormidos…

—¿¡Qué les hiciste!? —las lágrimas amenazaban por salir, tenía miedo de que les haya hecho algo a sus amigas, las que considera como familia.

—Nada. —se defiende él, pero aún con una sonrisa de lado.

—Si me vas a matar, hazlo, pero a ellos no les hagas nada. —ya no aguanta las lágrimas que ya estaban rodando por sus mejillas.

—Por favor… —rogó, queriendo ser escuchada, cerró los ojos con fuerza antes de que las manos del demonio tomaran su rostro, pasando sus pulgares por sus mejillas coloradas.

Mueve el rostro tratando de salir de su tacto, le aterra que se acerque de esa forma, pero le tiene más miedo al otro sentimiento que quiere negar.

Él la volvió a mirar de arriba a abajo y tomó un mechón de su cabello con el cual jugaba entre sus dedos. Kary no duda en el momento de apartarse.

La miro de arriba a abajo, viéndola sin su uniforme habitual. Se ve tan diferente, mucho más atractiva y mucho más… expuesta. Prácticamente, lleva puesto un camisón blanco, más transparente, con el pelo suelto, lo que le permite ver mucho más de su cuerpo. La miro a los ojos, tan hermosos y de un azul gélido, prácticamente brillando a la luz de la luna, en contraste con su cabello oscuro.

—Sabes, eres mucho más hermosa cuando no llevas ese feo vestido negro y cubres ese lindo cuerpecito… —

—Los pensamientos impuros están prohibidos en la iglesia —dijo bruscamente, provocándole una sonrisa.

Se ríe de nuevo de una forma suave y perversa a la vez, divertido por sus intentos de luchar. Es tan débil, tan inocente, tan impotente contra él.

—¿Y quién crees que va a detener mis pensamientos ‘moralmente incorrectos’? —dice mientras la aprieta contra él, sujetándola contra la puerta sin avisar, dejando apenas espacio entre sus cuerpos.

Ella jadea mientras se asusta y lo mira, prácticamente él es el doble de alto que ella, que solo le llega a los costados.

La miro al ver lo pequeña que es en comparación con él. Prácticamente, puede rodearla con sus brazos y abrazarla por completo. Su cuerpo es tan suave y delicado, su rostro tan hermoso e inocente, que no puede evitar sentirse emocionado y excitado con solo mirarla.

—Eres tan pequeña, monjita. Serías tan fácil de levantar y llevar, ¿no es así?

No responde, Kary ya no sabe cómo sentirse mientras que aquel hombre maldito la mira como una cebra, una cebra entre las garras de un león hambriento y que rebosa de lujuria.

Deja que sus ojos vuelvan a recorrer su cuerpo nuevamente, admirando sus curvas y la forma en que el camisón caía sobre su piel, viendo la forma en que su cuerpo se resaltaba perfectamente bajo la luz de la luna.

—Te ves tan bonita, así, tan delicada y vulnerable en tu pequeño camisón…—una de sus manos se estira suavemente para pasar sus dedos por su cabello suelto, sintiendo los sedosos mechones moverse entre sus dedos.

Ella era como droga para él, no sabía cuándo ni cómo, pero se había hecho adicto a ella y sabe que tenerla es un pecado, pero eso que importa, él ya es su propio pecado, y si tiene que contaminarla con su maldad para tenerla, lo hará con gusto.

Kary le lanzó un golpe asustada.

—¡Ayúdenme! —grito más fuerte para ver si las demás monjas escuchaban, sabía que estaba sola en estos, pero no quería afrontarlo.

Azael esquivó fácilmente su débil puñetazo, la expresión de su rostro se transforma en una sonrisa siniestra mientras ella intenta pedir ayuda nuevamente.

—Nadie te va a ayudar, monjita. Esas monjas están profundamente dormidas, no te escucharán sin importar cuán fuertes grites pidiendo ayuda… eres toda mía…

Levantó una mano y la colocó suavemente sobre su boca, silenciando sus desesperados pedidos de ayuda. El pánico la estaba segando, sus manos tomaron la muñeca del demonio, intentando sacar su boca, pero no pudo, era demasiado débil.

Sus pequeñas manos no paran de agarrar su muñeca, intentando en vano apartar la mano del demonio de su boca, pero ella es tan débil comparada él. Mantiene su mano firmemente en su lugar, silenciando sus súplicas desesperadas mientras da un paso más cerca, su cuerpo ahora completamente presionado contra el suyo.

—Shhhh, no luches tanto, monjita. Cuanto más luches, peor lo harás para ti misma…


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REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora